BCCCAP00000000000000000000764

bles como vosotros; no somos dioses ni hemos descendido del cielo; en la tierra somos nacidos y criados, comemos y bebemos y somos pasibles y mortales como vosotros; no somos más que mensajeros enviados a esta tierra: os traemos una gran emba– jada"... Después de explicar qué es la Biblia y quién el verdadero Dios, los misioneros manifiestan que los mexicanos adoran a muchos dioses y que "las estatuas de piedra y de madera las tenéis por dioses... Al uno llamáis Tezcatlipuca, a otro Quetzalcoatl, al otro Uicilibuch– tli... y a cada uno le llamáis dador de la vida y del ser y conser– vador de ella; y si ellos son dioses dadores del ser y de la vida ¿porqué son engañadores y burladores? ¿Por qué os atormentan y fatigan? ... Cuando estáis afligidos y angustiados... los llamáis de putos y vellacos, engañadores, viejas arrugadas... Además de esto os demandaban vuestra propia sangre... en ofrenda y sacri– ficio ... Sus imágenes y estatuas son espantables, sucias y negras y hediondas"... El impacto de estas duras frases fue violento, pero los jefes y principales de México respondieron "con toda cortesía y urbani– dad". Dijeron que ellos sólo entendían de guerras, tributos y admi– nistración de justicia, pero que tenían sacerdotes muy sabios que podían responder y redargüir las afirmaciones que contra sus ídolos y dioses habían hecho los predicadores. Al día siguiente, en efecto, se presentan varios sacerdotes, y uno de ellos dirigiéndose en tono solemne y emocionado a la asamblea, se expresa de este modo: Encuentro de la cultura española con la azteca (Códice Florentino). 138

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz