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éstos pronto se alzaron con todos ellos, fabricando por su cuenta fustes y sillas, y haciendo bajar el precio de la mercancía. Pedro de Gante "holgaba que (sus discípulos) hiciesen estas travesuras". "Primer y principal adestrador de los indios" Pedro de Gante procedió con cierto orden al impartir sus leccio– nes y prácticas laborales a los indios, ejercitándolos primeramente en los oficios más comunes, como de sastres, zapateros y carpin– teros. En sus talleres de costura y bordado contó con un cooperador muy eficiente: fray Daniel, un fraile de origen italiano, que se daba buena mano en confeccionar ornamentos. Toribio de Benavente opina que el oficio más logrado por los alumnos de Gante fue el de sastre. Dice que los sayos, jubones, cal– zas y capas que éstos hacían eran tan buenos como los de Castilla. El negocio de las manufacturas pañeras -obrajes- era ya prós– pero en México hacia el año 1544. A fines del siglo XVI adquiere tal volumen, que sus productos se exportan al Perú y llegan a per– turbar la industria del paño de la propia Metrópoli. En las zapaterías y talabarterías que funcionaban junto a la capilla de San José, se reavivó y mejoró una tradición profesional que venía de siglos atrás entre los aztecas. No es, pues, de extra– ñar que los indios salieron muy pronto maestros en curtir coram– bres y hacer fuelles de herreros, zapatos y servillas, borceguíes y pantuflos, chapines y sandalias, como informa Motolinía. Obraje mexicano según una ilustración del códice Osuna. 130
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