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Fray Pedro de Gante en un dibujo indígena del sigloXVI. Códice Osuna. vivió en México. De muy tierno y sin– gular califica Mendieta su amor a los indios. Sólo en virtud de este amor pu– do vencer la mayor tentación que expe– rimentó en su vida: volver a su tierra natal. "Fue tentadísimo del demonio -informa el mismo cronista- para tor– narse a Flandes". En la dura lucha que en el campo de su conciencia entabla– ron, por una parte, su amor a la patria y, por otra, su deseo de entrega a los in– dios vencidos por la espada de Cortés, de tal forma triunfó su opción por Mé– xico, que, hasta llegó a abandonar el uso de su lengua materna. En efecto, a los seis años de su llegada al Nuevo Mundo, en 1529, comunicaba a sus hermanos franciscanos de Flandes que ya sólo hablaba y escribía en náhuatl o en español. Se hizo indio con los indios. Hasta el extremo de que tan sólo éstos le podían entender bien a pesar de la tartamudez. Era cosa maravillosa -dice Mendieta- que los indios le entendieran en su lengua como si fuera uno de ellos. Ahí estaba el secreto: haberse hecho "como uno de ellos". Semejante grado de encarnación en la tierra a la que había ido a misionar, explica su incansable actividad a favor de los aztecas como maestro, catequista y promotor de gremios y escuelas de artes y oficios. Se entregó en cuerpo y alma a México. El mismo afirma que su oficio era predicar y enseñar día y noche. "En el día ense– ño a leer, escribir y cantar; en la noche leo doctrina cristiana y predico". La ardua tarea de instaurar un nuevo orden social y de fundar la Iglesia en una tierra hasta entonces idólatra y devastada por la guerra, no le permitía ni un punto de descanso. La tierra es grandísima -informa-, poblada de infinita gente, y los frailes que predican, pocos para enseñar a tanta multitud. Por lo que está en constante actividad. Insiste y vuelve a insistir en el carácter absor– bente y totalizador de la tarea a la que se ha dado. "Día y noche" es la expresión que fluye de su pluma en cada renglón. "Pasando toda manera de trabajos de día y de noche, para que este pueblo infiel venga al conocimiento de la fe de Jesucristo". Mendieta resalta el protagonismo que adquiere fray Pedro de Gante entre los indios. Aun por encima de otros apóstoles, sacer- 120