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tivo e descontento del trabajoso camino que llevábamos e como ha– bía mandado ahorcar a Guatemuz y a su primo el señor de Tacuba... pareció ser que de noche no reposaba de pensar en ello y salía de la cama donde dormía, a pasear... e sufría". En jornadas interminables, los diezmados y hambrientos expe– dicionarios siguieron avanzando, como alucinados, atravesando ríos y esteros, escalando montes, abriéndose paso por intrincadas selvas. Hasta a los caballos se les derretía el unto en el cuerpo de tanto andar y correr. El sol les volvía locos de día -Bernal se queja del "gran sol que se me había entrado en la cabeza"-, y los mosquitos, de no– che. Por fin, y para colmo de desgracias, se enteraron de que todo aquel viaje había sido inútil, pues Cristóbal de Olid, en cuya per– secución iban, había terminado sus días, degollado, en Naco, hacía tiempo. Ya casi al final de la agotadora marcha, estando los hambrien– tos expedicionarios en el puerto de San Gil, llegó un navío desde Cuba portando siete caballos, cuarenta puercos, ocho pipas de tasa– jo salado y pan de cazabe. Por fin, los famélicos aventureros pudie– ron comer; pero veintiuno de ellos se hartaron de forma tal, que murieron de empacho: siete, por exceso de tortillas de maíz, y ca– torce, atiborrados de tasajo. De San Gil pasaron a Puerto Caballos y Trujillo, en la costa de Honduras, donde los dos religiosos flamencos catequizaron a los nativos. Pero ya las fuerzas de los dos frailes se habían agotado. En Trujillo, Cortés los embarcó con rumbo a Cuba. Bernal sostiene que murieron ahogados en un naufragio, frente a las costas de Cuba. El padre Jerónimo de Mendieta da otra versión del fin de Johann Dekkers. Según él, "faltaron los alimentos de tal suerte, que mucha gente murió de hambre, y entre ellos el bendito fray Juan de Tecto; arrimándose a un árbol de pura flaqueza, dio allí el alma a Dios, que no fue pequeño género de martirio". Basados en estas dos contrarias versiones, los historiadores discuten si Johann Dekkers murió ahogado o de hambre. Hay, sin embargo, una tercera versión un tanto extraña, pero que no deja de ser intrigante y sugestiva. Según ella, fray Juan de Tecto habría sido ahorcado por orden de Hernán Cortés. ¿causa? La so– lidaridad del franciscano con Cuauhtémoc... Esta llamativa versión se basa en una lámina pintada en Mé– xico en el siglo XVI. Dicha lámina lleva el número romano CXXXV y forma parte del códice llamado Vaticano Latino 3738, que se en- 117

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