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contando con el carácter de cada religioso y las normas severas que regían la "vida religiosa" de entonces y, en fin, un servicio a la Diócesis, por medio de la Parroquia, que puso a los Capuchinos a la cabeza, a la hora de dar respuesta a las necesidades económicas y espirituales de la misma. Todo esto no quiere decir que se acertase en los métodos emple– ados a la hora de trabajar pastoralmente, ni que los resultados hayan sido los que se pretendieron, pero siempre será cierto que, para juz– gar lo de ayer, no hay que hacerlo con los criterios de hoy, que sin duda son otros bien distintos de los de ayer, y que no serán los del "mañana". Aquí acabo mi labor, y lo hago con esta reflexión: la mejor manera de criticar un pasado es mejorar el presente._ Santander 30 Agosto, 2007 por Elias Martín