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Si me lo permiten mis ocupaciones dentro de 5 ó 6 días iré a visitarte... " Cesó de leer D. José y dijo: _Aquí pasa a tratar de otros asuntos. Acto seguido D. José guardó la carta, se quitó los lentes y mientras los metía en la caja, intervino su esposa Dña Consuelo con su habitual amabilidad reflejada en su bello rostro, agraciados labios, su dulce voz y su sabias palabras: _¡ Qué hermoso testimonio y acertado consejo nos da D. Emilio!. Ya verás, Remedios, cuando cante Misa nuestro hijo. Celestino bajó la cabeza, Ángel se sonrió y Dña. Remedios, muy sorprendida con un aspaviento, se dirigió a Celestino: _Pero ¿qué?. ¿Tú deseas ser sacerdote?. Sereno, muy formal, más que serio, Celestino rotunda y afablemente contestó: _Sí, señora. Deseo ser sacerdote y ya mis padres me han otorgado el permiso para ir a estudiar cuando quiera. _¡Ah claro!. Nosotros jamás nos opondremos.– Afirmó D. José.- _De él ha salido, sin que ninguno de los dos le hayamos dicho nada. -Añadió Dña. Consuelo-. El dice que Dios Nuestro Señor y la Virgen le llaman ¿no es verdad hijo?. _Sí, madre. En eso estoy. _Así, que ya ves, Remedios, aunque es nuestro hijo, pertenece a Dios todavía más que a nosotros, por consiguiente no nos debemos oponer: como supongo que tú tampoco te opondrías si Angel tuviera la misma aspiración. -84-
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