BCCCAP00000000000000000000762
Apenas sentados Ángel y Celestino, los miró sonriente D. José y dijo: _Voy a leer una carta de D. Emilio y luego nos iremos. Intervino Ángel con un ademán de afable cortesía y la frase: _Escucharemos muy atentos. D. José, con gracia, se puso unos lentes de armazón de oro y leyó: "Intimo e inolvidable amigo: Mucho ha sido mi sentimiento por no haber podido tener a mi lado al más caro amigo en los momentos de mi mayor felicidad sobre este suelo. Por fin ha subido a las gradas del altar el hijo que más amaba mi corazón. Jamás olvidaré ese día. El altar, todo adornado con vistosas y aromáticas flores traídas de Valencia, los rítmicos sonidos del órgano y un escogido coro de cantores interpretando magistralmente la Misa Pontifical de Perosi y el recinto de la Iglesia lleno de gente. Todo, todo esto, según el decir de algunos, era hermoso y elevaba el alma al cielo; más todo, querido amigo, para mí era como si no existiera, porque mi hijo me tenía casi, casi enajenados los sentidos. Sí, aquel que celebraba era mi hijo; cuando se volvía hacia el pueblo, yo veía su rostro iluminado; no me parecía él... parecía un ángel. Mi esposa lloraba de emoción y lo mismo mis hijas; y también ¿por qué no decirlo? también por mis mejillas corrieron no pocas lágrimas. Mi hijo es sacerdote, es embajador de Jesús, es otro Cristo, eleva en sus manos la Hostia Sacrosanta lo mismo que el Papa; y su dignidad supera a la del Rey. -82-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz