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debe ser, porque viste con mucha austeridad y tiene barba. _Pues vamos a verle nosotros.-Dijo Dña. Remedios a su hijo-. Cuando llegaron a la puerta, se encontraron con un fraile de mediana estatura y barbas plateadas, vestido con tosco sayal y capucho a las espaldas, un cordón de lana a la cintura del que colgaba un rosario, su cabeza la traía descubierta y sus pies igualmente estaban al aire defendidos por unas simples sandalias; su rostro era apacible y sus miradas estaban impregnadas de ternura. fraile.- _¿Cómo están ustedes?... -Saludó primero el _¡Bien gracias a Dios!. ¿Y usted?. _¡Bien a Dios gracias!. _¿Qué desea usted?-Interrogó Dña. Remedios-. Ángel mientras tanto miraba y remiraba al religioso, admiraba su vestido, sus miradas, sus palabras y todo su porte. Y como viera que la conversación se prolongaba y su madre se olvidaba de indagar a qué orden pertenecía aprovechó un momento de silencio para hablarle él. _Perdóneme que le pregunte de qué orden es usted. _No puede perdonar, quien no ha recibido ninguna ofensa, y siento sumo gusto en decirle que pertenezco a los Capuchinos y que estoy en la fraternidad del convento de Salamanca. _¿A qué se dedican ustedes?.-Interrogó Dña. Remedios-. _Nosotros a la oración y predicación y también tenemos misioneros en tierras de infieles. -67-