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palique de lo acontecido. _¡Señorito, señorito!. Ya no queremos comer más. -Exclamaron unos cuantos a la vez, como si se hubieran puesto de acuerdo. A lo que replicó Ángel: P / d /· ? _ ues, entonces... ¿que esems .. _Un cigarrillo; y nos basta. Salió Ángel del salón, fué a la caja del dinero, cogió, volvió y con una seña es llamado Andrés. Este acude inmediatamente. _Ten este dinero. Después del aviso a las sirvientas, te vas a comprar unas cajetillas de cigarros. Que haya una para cada uno de vosotros e igualmente unos puros de los buenos y no te detengas por ahí. Ven enseguida. Andrés guardó el dinero y marchó. Ángel escogió diversos discos y se los daba a Celestino, el cual los ponía en el gramófono. Cuando volvió Andrés, nada mas entrar, oyó la canción de una jota y en seguida, muy alegre, se dirigió a sus compañeros: _¡ Recórcholis, chachos!. ¿Qué hacéis que no os ponéis a bailar?. _¡Cállate, diantre!. No vengas a alborotar. Le reprochó el anciano Máximo. Andrés no se molestó por la advertencia del Sr. Máximo; y se dirigió a su amo: _Ya estoy aquí, señorito. _Reparte un puro a cada uno, pero dáselo en silencio; y deja aquí las cajetillas. Procura no interrumpir la música. Colocado el paquete de las cajetillas donde se le había mandado, y devuelto el dinero sobrante a su amo, repartió los puros, y se fue luego muy -52-

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