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el reconocimiento y aprobación de la Iglesia. La iniciativa siempre es de Dios quien al " llamar " capacita al llamado con todos los dones naturales y sobrenaturales necesarios para responder libre y voluntariamente; como nos revelan las actitudes de los "Dos amigos": su fidelidad a la gracia, su tesón, su sagacidad, su prudencia, etc. Asimismo el entramado de la novela le sirve a su autor para dar una catequesis a sus lectores acerca de los respectivos derechos y deberes entre padres e hijos. Frente a la actitud intolerante de Dña. Remedios, madre de Ángel, que pretende ejercer sobre su hijo un derecho de propiedad, imponiéndole sus planes y negándose tenazmente a cooperar para que éste cumpla la voluntad divina. Nos encontramos con Dña. Consuelo, quien con mirada de fe reconoce en su hijo, ante todo, un hijo de Dios, por ello un don recibido, de ahí su actitud de respeto ante la decisión libre y responsable de Celestino al seguir la vocación recibida; así como su gozo y acción de gracias por la elección que Dios ha hecho de uno de sus hijos, que " bien hubiese querido ella fuesen todos". Tal desprendimiento, sin duda, no es posible sin una profunda vida de fe, esperanza y caridad, que, alimentada en la oración diaria, daba a Dña. Consuelo criterio sobrenatural para juzgar todos los acontecimientos de la vida, y esa delicadeza de espíritu de aceptar que su hijo, si descubriera no tener vocación a ese género de vida, saliese del convento: ¡Esto sí es educar en libertad!. Por todo ello, bien pudiera presentarse a Dña. Consuelo como modelo de todas las madres, bajo -II-

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