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y risas sonoras tanto de Celestino como de Andrés, salió a recibirlos. _Pero hombre, Celestino, ¿cómo te ríes tanto?. _No puedo menos, Ángel. _Es por lo que he dicho yo. -Replicó Andrés-. Ángel, sonriente y satisfecho, respondió: _Tú siempre eres el mismo: gracioso como tú solo. ¡Anda! vete a ver si está ya la comida. Andrés se fué muy risueño; y los dos amigos se dirigieron al comedor chico; mas no en silencio, porque, bien pronto, preguntó Ángel a Celestino a la vez que le daba unos golpecitos amistosos en el hombro: _¡Qué!. ¿Ya se lo has dicho a tus padres?. _Sí, Ángel, y me ha resultado lo mejor que se puede imaginar. _¡Me alegro muchísimo! y te doy la enhorabuena por ello. _Lo que casi, casi sucede es que no vengo. _Pues ¡chico! me hubieses dejado en mal lugar. Les había dicho a los criados que hoy comeríamos los dos juntos. _ya estoy enterado de todo. _¡Bueno! vamos a prisa, que antes de comer quiero que me cuentes cómo te arreglaste para decirles a tus padres que quieres ser sacerdote. Apenas se habían sentado, cuando llegó el simpático Andrés. _Señorito, ya está la comida. Me dice la criada que ¿si comen en este comedor o en el otro?. Ángel se quedó un poco pensativo y como dudase preguntó a su amigo: _¿Dónde quieres, aquí o allí?. -44-
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