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¡Viva Cristo Rey!, nuestras almas serán llevadas entre cánticos celestiales a la presencia de nuestro Gran Rey y Capitán Jesucristo, mientras los cuerpos quedarán tendidos en el campo de batalla bañados en la propia sangre. _Ciertamente, Ángel, eso constituirá nuestro honor, nuestra gloria y nuestro premio codiciado. _No basta, Celestino, es necesario que otros sigan nuestras huellas y ocupen nuestros puestos, y, para que les sirva de estímulo el recuerdo de sus antepasados, inscribieran en la marmórea losa de nuestra tumba este epitafio: CELESTINO Y ÁNGEL; MISIONEROS LEALES. MUERTOS ALGRITODE ¡VIVA CRISTO REY!. _Efecto del entusiasmo es lo que últimamente has dicho; ya verás, Ángel, cómo cambias de pensamiento con el tiempo. Y sonriente y con gesto comprensivo, Celestino miró de hito en hito a su amigo Ángel. Muy silencioso desabrochó el botón de la chaqueta, metió la mano en el bolsillo del interior, sacó la cartera y de ella una postal que mostró a su amigo. _¿Te gusta?. _Es preciosísima, Celestino. ¿Quién te la ha regalado?. _Nadie. _¿Pues dónde la has comprado?. _Es obra de mi entendimiento y de mis manos. _¿Cómo se te ocurrió esta idea?. _Muy sencillamente. ¿Sabes qué significa el estar esta Hostia en el pecho de la Virgen?. -20-
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