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cayesen en la cuneta y en el acto dió la vuelta el automóvil; entonces fué cuando se hirió el señorito. _Efectivamente; así sucedió -respondió Jesús-. _¡Vaya por Dios! -exclamó D. Fabián-. No se da felicidad completa en este mundo... Cuando uno presume que es feliz ... ¡trás ! enseguida el golpe. Cuando llegó el médico D. Marcelino, Ángel y el criado Andrés le acompañaron a la habitación donde estaba el herido. Al entrar quisieron meterse otros muchos que esperaban un momento oportuno para hacerlo; mas fueron frustrados sus deseos y su curiosidad por oponerse Andrés y Santiago. Comenzó el reconocimiento: _La herida que usted se ha hecho en la cabeza -se expresaba el médico- no es de importancia; pues no ha sufrido lesión el parietal. Al cogerle el brazo Jesús apretó sus párpados y aspiró profundamente produciendo un poquito de ruido, por lo que preguntó D. Marcelino: _¿Le ha dolido a usted mucho?. _Me ha hecho ver las estrellas en pleno día. _Pues entonces -prosiguió el médico- hagan el favor de traer unas tijeras. No puede ser para menos. Hay que cortar las mangas. Le fueron dadas las tijeras al médico, quien cortó la chaqueta, camisa y al tijeretear la camiseta fué apareciendo el brazo cada vez más amoratado con dos salientes como pedúnculos que se notaban en él. _Una fractura -exclamó D. Marcelino- el húmero roto... el cóndilo sano; ¡menos mal!. .. la clavícula y omoplato intactos ... ¡vamos! ¿siente usted dolores por alguna otra parte distinta de ésta?. _No señor. -222-
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