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_¡ Sólo faltaba que hasta en ésto saliese con la suya!. .. ¡Que no bailará más!. ¡Que no volverá a ponerse ningún anillo... ! ¡Qué beatería tan grande!. .. Veremos si no consientes en que brillen en tus dedos los anillos si viene la Marquesita Avelina... ¡Ya lo creo!. No dejará la Marquesita de pensar que fuera de los palacios también relucen los diamantes y el oro. Así pensaba Dña. Remedios mientras cerraba unas cuantas cartas de invitación para la fiesta que había determinado hacer con el doble fin de ser declarado Jesús mayor de edad, y de borrar de la mente de Ángel la manía de ser sacerdote, como ella llamaba a la vocación de su hijo. También fueron invitados D. Baltasar Guevara, farmaceútico y director del Banco de Santander en Guijuelo, y su esposa Dña. Exaltación Rodríguez, así como D. Bienvenido Lara y su esposa Alicia Fernández. Dña Remedios con las cartas en la mano se dirigió hacia la ventana; la noche estaba oscura como la boca de un dragón, y, queriendo cerciorarse del frío que hacía, abrió la ventana y sacó una mano y ¡con qué presteza la volvió a meter!. La brisa, tan fría y sutil que penetraba hasta la médula de los huesos, se le figuró -211-
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