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a la Orden en que deseamos ingresar. _Todo eso, Celestino, ya lo tengo muy bién pensado; pero... _Pero. ¡Mira!. Allí viene un cura y parece D. Antonino. _¡Claro!. Es él. Vendrá a recoger flores para adornar la imagen de la Purísima. Como estamos en el mes de Mayo... _Pues, si viene a eso, le ayudaremos nosotros, porque está muy bien que nosotros ofrezcamos flores a la Virgen. _Esperémosle sentados. -Hecho esto, después de un poco de silencio, prorrumpió Celestino-: _Siempre me ha gustado considerar la naturaleza. ¿No te llama la atención esas subidas y bajadas que hace el trigo mecido por el viento?. Parece las ondulaciones de las olas del océano. _Más me gustan los trinos y los pasos de garganta de ese ruiseñor que anda por esas enramadas ¿no oyes?. _Ciertamente que son hermosos; mas no pares tus sentidos solamente en las notas rítmicas de ese rey de los cantores, considera también el conjunto de toda esa melodía formada por las distintas clases de pajarillos que ahora lanzan su voz a los espacios. _¡Cuán alegre es el mes de Mayo!. Todo él alfombrado de hierba y flores; los pájaros se muestran complacientes como aquellos dos "siete colores" que están en la punta de aquel árbol, ¿no los ves allí?. _Sí, ya los veo; y más abajo hay un verderol. _Pues bien, desde esas avecillas hasta, mira, a esta laboriosa abeja que extrae de esa flor el néctar para hacer la miel, todo en este mes es precioso y todo -125-