BCCCAP00000000000000000000762

a alguno de ustedes, quisiera o no quisiera yo, tendría que separarme a lo menos corporalmente. _Mas, si entras Capuchino, -repuso el padre– nos dejarás también con el afecto y para nada te acordarás de nosotros, porque bien sabes que hay un refrán castellano que dice así: "Ojos que no ven, corazón que no siente". _De ninguna manera se puede aplicar semejante refrán en este caso; pues yo les puedo probar que ningún hijo ama más a sus padres, que el hijo que es religioso. Ustedes bien conocen a algunos individuos que bien mal tratan a su padres, y de tres o cuatro sabemos que los han metido en un asilo de ancianos, teniendo dinero para sobrellevar todos los gastos no solo de sus padres, sino de 20 ancianos. Y esto ¿por qué?. Porque no son buenos cristianos, por no decir que nada tienen de ello. Y, si no obra así quien está educado cristianamente y se gloria de serlo, díganme ustedes ¿cómo obrará un religioso?. Si quieren otra prueba, yo mismo bien pocas veces rogaba a Dios por ustedes; en cambio, desde que tuve vocación no ha pasado ni un solo día en que no lo haya hecho varias veces al día. _Pero los padres necesitamos que se nos muestre el amor, y una vez que te vayas, no veo la manera... _¿Para qué son, madre, las cartas y otros objetos?. Ya se recordarán ustedes del tío Dionisia, que, cuando se le habla de sus dos hijos, suele decir con las lágrimas en los ojos: ¡Ay!. El hijo que es fraile, aunque está allá lejos, muy lejos, en las Misiones, me escribe y dice que se acuerda de mí y todos los días me encomienda al Señor, y algunas veces me manda -95-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz