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del "mundo". Aquel monte, que se halla cubierto de flores, se me imaginaba como si fuera una representación de la grandeza humana con todas sus pompas y vanidades de las que se jactan algunos personajes; mas cuando estos individuos famosos o poderosos mueren, quédanse como ese otro monte que está desnudo de todo vegetal. Todas aquellas grandezas, pompas y vanidades pasaron y pasan, como el agua de ese arroyo que jamás vuelve atrás. Después permanece únicamente la obscuridad, el olvido; olvido y obscuridad figurados por este tercer monte lleno de encinas. Esta era una de las cosas sobre las que reflexionaba. _Dices una, luego también pensabas en otras. _¡Claro!. Pero muy semejantes, padre. _Pues, hijo mío, -repuso Dña. Consuelo- como sean tan hermosas y aleccionadoras como las que terminas de contar ya puedes manifestárnoslas. Celestino reflexionó un poquito, juzgó que era buena ocasión aquella para descubrir sus deseos y no quiso perderla. _Ya que usted así lo quiere, le daré gusto. Imaginábame que, así como este monte es oscuro y amedrentador a pesar de que múltiples avecillas revolotean en su frondoso ramaje y llenan los espacios de dulces y melodiosos trinos; así también al "mundo" le considero obscuro y amedrentador, aunque ofrece mil y mil placeres y objetos muy halagüeños a los sentidos. Que, al igual que tengo que pasar por ese monte para llegar a aquel otro que se presenta hermoso y atrayente, lo mismo he de hacer en el orden espiritual; tengo que dejar cosas para llegar a la gloria. Para eso se requiere mucho sacrificio, tengo que -93-

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