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La historia se hace con documentos. Pero es fuente de la historia todo material que sirva para reconstruir la vida, para sacar algo que nos ayude al conocimiento del pasado humano. Ésta, como toda historia auténtica, es historia de sentimientos, historia semántica más que historia de hechos. El léxico de esta novela, el lenguaje, todas y cada una de las situaciones escritas, difícilmente podrían darse hoy. El clima actual en el que nos movemos es distinto. Crisis de estructuras sociales, costumbres y creencias. Conceptos antes inamovibles que hoy han desaparecido. Se da culto al hedonismo. Lo religioso se tiende a humanizar peyorativamente. El concepto infinito de Dios se materializa,de manera simplista, pormenguados intelectuales a sueldo. Como una gran computadora. Pero la experiencia mística -con sencillez franciscana- sigue dándose hoy por doquier. Conforta, da esperanza, alienta y mantiene el espíritu la afirmación de quien logró encerrar en una sencilla fórmula la clave del Universo: "La experiencia mística es el sentimiento más profundo del que brota la verdadera Ciencia". Sigue, pues, válido, hoy como ayer, el Ideal del primer Capítulo. Ese ideal que, ayer como hoy, vale más que la vida, síntesis y compendio total de este libro de espiritualidad que aparece en unos tiempos, en el que se prescinde de todo lo espiritual, y la Ciencia, el arte, la justicia, la cortesía, la religión, son órbitas de la realidad... pero que sólo existen para el que tiene voluntad de ellas. Al sur del Campo de Salamanca quedan restos de un atiguo monte de querción. -VI-

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