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Se fue con prisas a la montaña 107 »Actitud hacia los sacerdotes. - Desde el comienzo de los sucesos han demostrado las niñas una especial predilección por los sacerdotes y religiosos. Con frecuencia contaban los que subían, se fijaban en sus hábitos y siempre en sus trances hablaban de ellos con la visión. Si se les preguntaba: "¿Quién queréis más que veng2?", respondían siempre: Los sacerdotes. Y hablando de obedeincia, la que de modo especial les inculcaba la Virgen, era la que debían a los padres y a los sacerdotes. »Varias veces las niñas, en estado de trance, han dicho que había sacerdotes cuando nadie les veía (por ir de paisano), o que había en mayor número de los que parecían. »Un caso entre muchos: Acababa de marcharse un pequeño grupo de sacerdotes y quedaba sólo don Vale;ntín, con bastantes otras perso– nas seglares; las niñas entraron en trance, en la iglesia, y hablaron de que allí había dos sacerdotes: don Valentín y otro. Al oír tal cosa, don Valentín se puso a mirar hacia atrás para descubrir al posible compa– ñero; pero en vano ... Poco después se le acercó un "señor", que luego de saludarle, se declaró sacerdote, que había llegado de paisano, por haber sumido en motocicleta. »Otro: Cierto día también andaban por San Sebastián varios sacer– dotes en indumentaria civil. .. Durante el éxtasis oyeron que las niñas hablaban de su presencia, y entonces, por temor a ser descubiertos pú– blicamente, se apresuraron a marchar.» 30 Que una extraordinaria Madre y Maestra se movía en aquel verano de 1961 por los lugares y entre las gentes de G2rabandal, parecía incues– tionable a todos los que observaban con ojos limpios. Casi nadie lo entendía; pero las cosas estaban allí, a los ojos de todos: un conjunto de cosas, cuya verdadera entraña y dimensión aún permanecían en el misterio, pero ya con una serie de efectos y detalles que ponían al descubierto la marca de su origen. «Pos los frutos los conoceréis», ha– bía dicho Jesús, y por lo que se veía ya en muchas personas del pueblo, en no pocos de los que subían de fuera y, sobre todo, en las niñas, había buenísimos motivos para creer lo que ellas decían: que la Virgen había venido y andaba por allí. Sí, la Madre de Dios y de los hombres «había venido a los suyos». Pero no todos supieron o quisieron recibirla 31, «Y los suyos ... »: Posición «anti» a nivel oficial Ya hemos visto cómo don Valentín Marichalar, el párroco, desde los primeros días estaba con el propósito de ir lo antes posible a la capital de la diócesis, para informar en el obispado sobre todo lo que estaba ocurriendo. 30 De seguro que entre los habitantes de San Seb1,.stián de Garabandal podrían recogerse multitud de datos que, aiaadidos a los del padre Andreu, dejaran bien ilustradas para la hist~ria esas fechas del verano de 1961. 31 No se acusa a nadie de mala fe: si la ha babi.do en algunos, sólo Dios lo conoce; lo que sí es preciso decir, es que aun sin mala fe, puede faltar una cierta «buena disposición», necesaria para sintonizar con el cielo.

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