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106 »Limpieza de alma.-Con frecuencia me han preguntado, sobre cosas concretas, como cantares, algunas palabras que dicen, o respuestas que dan 21, si es o no pecado. No tienen bien formada la conciencia, y así, no distinguen bien lo que puede ser pecado mortal, venial o nada; pero se observa el deseo que tienen de aprender o enterarse. Por eso las preguntas que a veces se les oye ep. sus trances. »El horror al pecado va tomando en ellas el aspecto de reparar por los pecados de los hombres. Pero "los pecados de los hombres" no tie– nen para ellas sentido concreto, sino el vago de cosas que entristecen a Dios y a la Virgen. Téngase en cuenta que, a causa del aislamiento en que han vivido, sus doce años no responden ni mucho menos a los doce años de niñas de ciudad... »La modestia de las niñas, en su manera de correr, de mirar, de con– ducirse en todo, va siendo un buen cumplimiento del consejo repetido por la Virgen de que "sean modosas". Y no les gusta que la gente se presente con atuendos poco convenientes... Ya hablamos de la niña que no quiso fotografiarse con una señora, "porque llevaba escote grande". Tampoco les gusta que las mujeres fumen 2 8. »Paciencia. - Haciendo vida en el pueblo se ve pronto que la pa– ciencia de las niñas tiene que ser muy grande. La gente, cuando las ve, las toca -hasta les han cortado trocitos de pelo-, les dan rosarios, medallas, alianzas matrimoniales, para que le den a besar a la Virgen; o les piden objetos besados, quieren hacerles fotografías ... Nunca las he visto enfadadas. Cuando están cansadas por semejante avalancha, que hasta se les mete en casa muchas veces, se limitan. a callar y sonreír. Les pregu~té una vez: "¿Por qué no os enfadáis?", y me i::espondieron: La Virgen nos ha dicho que seamos modosas y que respondamos a lo que nos preguntan, si podemos. Tampoco han mostrado enfé¡ldo contra los que, por sus cantares, bailes y borracheras, han sido a ·veces impedi– mento para las visiones. »Envidia. - A pesar de ser un defecto tan femep.ino y tan frecuente, yo no he observado en las niñas el menor rastro de él, por lo que se refiere a sus visiones. Unas tienen más que otras; pues bien, las que están sin visión, no envidiap a las que parecen más favorecidas, sino que se limitan a pedirles que digan a la Virgen, que vuelva a aparecér– seles pronto. Y se les nota una conformidad y humildad encantadoras en medio de su deseo 29. TI Las niñas habían crecido y vivían en un ambiente de rudo hablar, frecuente– mente, de mal hablar ... Los hombres de la agricultura y la ganadería no se dis– tinguen entre nosotros por el decoro de su lenguaje. Y Garabandal no sería una excepción... Las niñas habrían oído, desde muy pequeñas, un buen repertorio de palabrotas -incluso blasfemias-, y alguna expresión se les habría pegado. 28 No se dice que fumar sea precisamente pecado, sino que, por algo..., a las favorecidas de la Virgen no les agradaba eso en las mujeres. 29 Esta observación del P. Andreu vale para el tiempo que abarca su informe; ya veremos si más adelante, hay algo qu~ decir sobre esta materia.
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