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Se fue con prisas a la montaña 101 Pues bien, cuanto don Andrés Otero pudo contemplar en San Se– bastián de Garabandal el día de su primera subida, era ya allí cosa de cada día -excepto la marcha extática- desde hacía casi un mes (y cosa de cada día siguió durante bastantes otros) ... Y muchos se negaban a creer. Y casi todos ¡estaban pidiendo y pidiendo un milagro! La obra de la Madre y Maestra «Dios es Espíritu» (Jp 4, 24), y la presencia y acción del espíritu sólo puede detectarse por sus efectos. Así también, a través de sus efectos es como podremos entender mejor la presencia y acción de la Virgen en Garabandal, descubrir en qué empleaba, o para qué quería, sus ratos de «entretenimiento» con las niñas. Mucho de lo que Ella hacía, permanece aún e.n el misterio. Y es que el espíritu, como el aire, «sopla donde quiere: oyes su voz, el ruido de su paso; pero no sabes de dónde viene, ni a dó::ide va» (Jn, 3, 8). En las las cosas de Dios, siempre se procede así. No hay nunca una desvelación total y repentina: quizá los hombres, siempre inmaduros, siempre im– preparados, no podrían soportarla, o asimilarla. El estilo de Dios hacia sus creaturas es un hacer en forma gradual, por etapas, según un ritmo que sólo El conoce (y que a nosotros tantas veces nos desconcierta), sin prisa, pero sin pausa. Los efectos más inmediatos de la presencia y acción de la Virgen pudieron verse sobre todo en la manera de pensar y de conducirse de las niñas. Innegablemente, ellas iban siendo otras. El P. Ramón María Andreu, en su ya ta.ntas veces citado informe, como fruto de observación personal y de datos directamente recogidos, escribe: «Desde que comienzan las visiones, hasta la fecha del 25 de agosto (unos dos meses), son varios los consejos y recomendaciones que las niñas han recibido. El orden ep que se ponen aquí, quizá no corresponde exactamente al cronológico, ya que no me es posible reconstituirlo, y además, muchos de tales consejos se han repetido con frecuencia. «1.º Al principio, las niñas se escapaban del público que subía a verlas ("cogíamos a correr"): la Virgen les dijo que no huyesen, y que si les preguntaban algo, respondieran con las cosas que ellas sabían que podían decir. Desde entonces, ya no se han escondido de la gente 14. »2.º Otro consejo, muy repetido, es el de que sean "modosas" 15 _ Ellas lo interpretan en el sentido de que no sean vanidosas, que vistan con sencillez, y que tengan actitudes de modestia y humildad. 14 Como la Virgen no venía por ellas solas, tenían que saber abrirse hacia los demás, comunicando lo que fuera comunicable. Cierto, que bastantes personas pre– guntaban sólo por frívola curiosidad; pero había también no pocas que necesitaban ayuda, o la buscaban, para afianzarse en la piedad y en la fe. 15 Esta palabra es de uso corriente en algunas regiones de España, y se emplea precisamente en el sentido que dicen las niñas al P. Andreu. Viene del plural «mo– dos», y equivale a saber tener modos, o ser persona de convenientes modales... Natu•
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