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64 dreu 6 , de la Compañía de Jesús, excepcional testigo de los «sucesos» garabandalinos. Vaya por delante que esto de las «llamadas» ocurría sólo cuando iba a venir la Virgen, nunca cuando se trataba de una visita del ángel. Dice el P. Andreu: «El fenómeno de las "llamadas" o toques interiores, de donde nacen los éxtasis, se da en estas cuatro niñas de la forma siguiente: podríamos decir que siempre son tres las llamadas; las pueden tener al mismo tiempo, estando juntas, las pueden tener al mismo tiempo, estando separadas, y las pueden tener en tiempos que no coinciden, aun estando juntas; las pueden tener todas cuatro, o sólo alguna o algunas de ellas. »La palabra "llamada" ha surgido de las mismas niñas, que hablan así: "Hoy no me llamó la Virgen. Hoy me llamó. Ya he tenido una llamada, o dos, etc." »No les resulta fácil describir la naturaleza de las llamadas. Dicen que es como una alegría por dentro, alegría clara, inconfundible, que nunca falla. Es como si la Virgen dijese, en la primera llamada: ¡Ja– cinta!; en la segunda; ¡Jacinta! ¡Ven!; en la tercera: ¡Jacinta, corre, corre, corre! Pero todo sin palabras externas. »Las niñas disimulan las llamadas, y si no se les pregunta o ellas espontáneamente lo dicen (en algún caso), no cae uno en la cuenta. »Casos observados por mí mismo: Estaba un día Loli sirviendo un vaso de agua al señor Matutano 7 , para que tomase una aspirina, y según lo estaba sirviendo, sintió la tercera llamada. Dejó la jarra y vaso, excla– mando: ¡Vamos, papá, que me llama! En otra ocasión, estaba yo con Jacinta y Loli y tres sacerdotes: al avisarme ellas que habían tenido la segunda llamada, salí con uno de los sacerdotes hacia l'a casa de Con– chita, y allí le pregunté: ¿Cuántas llamadas has tenido? -Dos, Padre -me respondió ella-. Entonces Mari Curz, que estaba allí, dijo: -A mí no me ha llamado la Virgen. -Pues entonces, vete a casa -le dije yo. Y obedeció. »Las niñas pueden advertir que ya ha empezado la tercera llamada, pero da un margen de tiempo, como me dijeron a mí en una ocasión: Padre, le queda sólo una línea. (Yo estaba escribiendo, y así fue.) Alguna vez las he escuchado: Padre, ya van dos y media. Esta «media» debe de ser como un comienzo de la tercera.» 6 El nombre de este sacerdote jesuita estará siempre muy ligado a la historia de Garabandal. Tenía otros tres hermanos en la Compañía de Jesús, dos de ellos fuera de España. El se dedicaba preferentemente a dirigir tantas de Ejercicios Es– piriuales, y tenía su residencia en la «Casa Cristo Rey», de Valladolid. Más adelante veremos en detalle sus relaciones con Garabandal. 7 Este señor Matutano era de Valencia, mas por razón de sus negocios., residía en Reinosa (Santander). Visitaba con frecuencia Garabandal y se instalaba en una tienda de campaña, cerca de la casa de Conchita; una hija suya era muy amiga de ésta, y de aquí le vinieron a la vidente ciertos brotes de ligera vanidad: la valen– ciana le pintaba las uñas, le regalaba algún vestido, adornos, etc. Al comunicarme estos datos un sacerdote de toda garantía, añade de su cuenta: «Es otro detalle que nos demuestra lo que bastantes de nosotros hemos ido ha– ciendo en las niñas .. ., estorbando a veces la acción del cielo, en vez de prepararlas y adiestrarlas para la lucha que andando el tiempo tendrían que sostener.»

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