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CAPÍTULO IV «Y HABITO ENTRE NOSOTROS» Esta afirmación inmensa pertenece al suceso cumbre de la Historia: la Encarnación del Verbo, o Hijo de Dios (Jn. 1, 14). Pero bien podemos utilizarla, en otra dimensión o alcance, para hablar de este conjunto de menores sucesos que forman «la historia» de Garaba¡:idal. Fue como si la Virgen, con su nueva Visitación en aquel domingo de julio de 1961, estableciera su morada, o levantara misteriosamente su tienda, entre nosotros. Cuando la otra Visitación, la del Evangelio, María, para acompañar x_ ayudar a Isabel, permaneció en su casa «como unos tres meses» (Le. 1, 56): con esta misma finalidad de acom– pañamiento y ayuda, ahora, en Garabandal, ha permanecido Ella con nosotros hasta más de tres años ... ¡Nuestra. necesidad es bastante ma– yor que la de su prima Isabel! Las palabras atribuidas a Pablo VI, y que l:emos puesto en el pórtico de este libro, son tan tremenda como bellamente significativas: «Es la historia más hermosa de la Humanidad desde el Nacimiento de Cristo. Es como upa segunda vida de la Santísima Virgen en la tierra, y no hay palabras para agradecerlo». Más de una vez he escuchado con emoción en Lourdes el cántico francés que empieza: «Chez nous soyez Peine». Es vibrante y se canta con fervor en la hora de despedida de las grandes peregrinaciones. Se le pide a la Virgen, que sea Reina en... Resulta casi imposible pasar exactamente al castellano esa expresión francesa «chez nous»; hace referencia a la propia casa, a lo que puede ofrecerse como verda– deramente propio, a la »circunstancia» más peculiar y doméstica. «Chez

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