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Se fue con prisas a la montaña 515 tenemos que amar: los blancos a los negros y los negrós a los blancos, pues todos somos hermanos .. . » ¡No está mal la carta! Pocas cosas, y bien sencillas; pero con materia para largas meditaciones. Estos dos escritos nos traen un soplo de lo divino que actuaba en Garabandal; pero también se movía mucho allí lo humano, lo dema– siado humano... Sabemos por don Plácido Ruiloba, que hacia el 11 de mayo de este año 1965, corrían por Santander comentarios o rumores no muy carita– tivos sobre el señor obispo 5 :· que si se le obligaba desde arriba a . dimi– tir... ; que si pensaba marcharse a Norteamérica... ; se decía asimismo que Pajares y Tobalina 6 estaban aguardando a verse libres de él para acabar, como fuera, con el enojoso asunto de Garabandal... El ambiente que había arriba, en el pueblo, era lamentable; aparece exactamente definido por los testigos franceses de «L'Etoile dans la Montagne», número 27, página 64: «Disensiones entre las familias de las videntes (y añadimos nosotros: no pocas envidias), discusiones, crí– ticas, desconfianzas, imprudencias y hasta impertinencias, incluso a propósito de la anunciada visita del ángel... Pero, en todos, un mal disi– mulado deseo de que pasara, al fin, algo, ¡después de más de dos años en que no habían tenido nada!» En esos días de confusión, concretamente el 16 de mayo, ya empezó a saberse que Conchita tenía un importante secreto desde el día 1 de enero. Así, aparece, por lo menos, en unas notas del doctor Ortiz: Subió Plácido (el señor Ruiloba) a Garabandal, y Maximina le contó la conver– sación que había tenido con Conchita, en la que ésta le dijo que antes del milagro vendría una prueba (el aviso). La noticia o anuncio, si se divulgó por el pueblo (de Jo que no tengo . datos), causó ciertamente poca impresión; la actitud de. casi todos se– guía siendo la misma: dudar, desconfiar y encogerse de hombros: «Bueno, ya veremos lo que pasa, si es que llega a pasar algo.» Conchita, en cambio, se mostraba segura como nunca. El 23 de mayo, domingo anterior a la Ascensión, nuevamente anduvo el señor Ruiloba por Garabandal. Se encontró con don Valentín, a quien traían muy preocupado los propósitos que se atribuían a Pajares y Tobalina, y por él supo que Conchíta seguía repitiendo con toda decisión que el ángel volvería en la fecha anunciada, 18 de junio. -Pero, ¿estás bien segura? -le había dicho el párroco-, ¿no será una mentira o una imaginación tuya? -¿Usted cree que la Virgen miente? -¡No, eso no! ..:...Pues a ·mí me lo ha dicho la Virgen. 5 Don Eugenio Beiti¡¡_ Aldazába_l había llegado a Santander como obispo de la diócesis en 1962, y por ~u edad, preparación Y. prestigio prometía largo y fecundo episcopado. Inesperadamente, en 1965, él presentó la renuncia, que la Santa Sede aceptó. Oficialmente se dio como motivo de tal renuncia el estado de su salud. Monseñor Beitia se retiró ·a Bilbao, su tierra- natal, y allí sigue, haciendo buena labor, especialmente a través de sus colaboraciones en ·la prensa. ' Don Francisco · Pajares y don Agustín Tobalina estaban acostumbra'dos, desde hacía muchos años, a gobernar la diócesis de Santander: el primero, desde su puesto de secretario canciller, y el segundo, como vicario general.
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