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510 Era la tarde festiva del 1 de enero. El día declinaba, cuando irrum– pieron por la pequeña pradera de los Pinos las ovejas de un hato que guardaban, como pastores, dos chavales del pueblo: Joaquina, de doce años, y Urbano, de nueve. Venían de arriba, de los montes, y bajaban ya en busca de los pobres establos que hay en la aldea. Al entrar en el área de los Pinos, los dos zagales quedan boquiabier– tos, descubriendo a Conchita, sola y transpuesta bajo un árbol... ¡Cuán– to hacía ya que en el pueblo no se veía semejante escena! La observan atentamente todo el tiempo que les permite el inquieto moverse de sus ovejas, a las que no pueden desatender. La vidente, con la mirada fija en lo alto, parece estar en misteriosa conversación, pues habla y escucha... 1 Sólo poco a poco fue sabiéndose después algo de lo mucho que hubo en aquel trance excepcional. Conchita, en la citada carta del 12 de enero al P. Laffineur, le dice: El día 1 he visto a la Vi rgen en los Pinos. Ninguna otra información; pero en otra del 2 de febrero, contestando a ciertas preguntas del Pa– dre, se explica más: La Virgen parecía tener la misma edad que la primera vez que la vi (el 2 de julio de 1961). la misma que en estos pasados años: como unos dieciocho años. Llevaba un vestido blanco y un manto azul cielo. Una luz prodigiosa, que no hacía daño a los ojos, salía de su cuerpo y la envolvía por completo. Ignoro si, aparte de ésta que voy a tener el 18 de junio, las aparicio– nes volverán a empezar, sea para mí, o para las cuatro. La Virgen dará un nuevo mensaje, porque ha dicho: "Del otro (el del 18 de octubre de 1961), no se ha hecho apenas caso." La Virgen va a dar, pues, un último mensaje. No es pequeña cosa lo que aquí dice Conchita al gran promotor de la causa de Garabandal en· Francia y países limítrofes; pero aún le quedaba más por decir... Y al fin lo dijo; o mejor, ¡algo más dijo! Pero meses después. La ocasión fue la estancia de dicho P. Laffineur en Garabandal, para asistir a la anunciada visita del arcángel, en junio de qúel año. Al día siguiente de esta visita, 19 de junio, el Padre estaba en casa de Conchita, hablando, naturalmente, de lo ocurrido... Y en .un momento le dijo ella: La Virgen, ¡me ha dicho tantas cosas al cabo de tanto tiempo! Pero de muchas no me ha mandado ni decirlas ni cal_larlas. Por eso, frecuen– temente no sé qué hacer, temiendo no acertar... 1 En una carta de Maximina a los Pifarré he visto últimamente la confirmación de todo esto; la carta es del 8 de marzo: «Creí que ya os lo había escrito; pues sí,. el 8 de diciembre pasado, el día de la Inmaculada, tuvo Conchita locucióil, y dice que le dijo la Virgen que el día 18 de junio tendría aparición del Angel; lo que dice que no sabe, es si será ella sola o serán todas. También el día 1 de enero tuvo Conchita aparición de la Virgen en los Pinos, y le duró bastante tiempo (ella va mucho a rezar en los Pinos); y la encontraron allí extasiada dos pastores, un niño y una niña, que fueron los que luego lo parlaron, que si no, ella a lo mejor no lo dice. Ella vino por mi casa cuando se le pasó el éxtasis, y se la veía muy nerviosa, como muy contenta... »No os escribo más a menudo, como antes, porque ahora ya no hay cosa de particular.»

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