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CAPÍTULO III ANTE EL DESENLACE... Antes que finalizara el . año 1964, Garabandal pareció entrar en fase de reactivación; algo que nosotros, ahora, desde la perspectiva que dan los años transcurridos, podemos ya definir con lenguaje deportivo como la entrada en «la recta final». El 8 de diciembre, día de la Virgen Inmaculada y fiesta onomástica de Conchita, ésta recibió el singular favor de un nuevo encuentro con la Madre del Cielo. Un mes más tarde, el 12 de enero de 1965, se lo decía ella escueta– mente al P. Laffineur: El día de la Inmaculada, la Virgen me ha feli– citado por ser el día de mi santo, y me ha dicho que el 18 de junio próximo veré al ángel San Miguel. Pocas fechas después, el día 24, volvía a escribir al mismo destinatario (a quien ya se le llamaba fami– liarmente "el abuelo"): No recuerdo si en mi última carta les decía que el 18 de junio iba a ver al ángel San Miguel. La Virgen me lo dijo en una locución el día de mi santo, el de la Inmaculada. El año 1965 entraba, pues, en el proceso de Garabandal bajo el aus– picio de un retorno de San Miguel. Esto suponía mucho, pues el gran arcángel no está precisamente para las cosas menudas, y una visita suya, anunciada con tanta anticipación, no sería de seguro una visita de tipo rutinario. Quien había venido cuatro años antes para poner en marcha todo aquello, bien podía volver ahora para rematarlo o clausurarlo. * * * La importancia del año que entraba se puso bien de relieve ya en su primer día.

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