BCCCAP00000000000000000000758

504 La cosa ocurrió el día 8 de diciembre: gran día para España, donde tan solemnemente se celebra Ja fiesta de la Inmaculada Concepción, y gran día para Conchita, por celebrar en él su fiesta onomástica. Mucho antes de que se insinuara sobre los fríos montes la primera claridad del día, un misterioso desasosiego -o tal vez, una santa emo– ción- despertó a la jovenzuela. Se levantó y llamó a su madre. No mucho después, ambas se echaban a la calle 1 camino de la iglesia. El silencio y la oscuridad gravitaban plenamente sobre el pueblo; nadie se movía, nada se oía... Eran las 5,30 de la madrugada. Ante las puertas cerradas del templo, Conchita cae de rodillas en éxta– sis. La temperatura es glacial, nada a propósito para arrojar fervores; pero la vidente ha sido sustraída a su «circunstancia»:.. Sólo Aniceta está allí de testigo. Ve que la hija dialoga; pero no es posible, de momento, entender aquel diálogo. Algo de lo que en él hubo, se supo después, cuando Conchita se decidió a hablar: La Virgen empezó felicitándome por el día de mi santo. Y al desearme felicidad, me dijo: "No vas a ser dichosa en la tierra; pero ya lo serás en el cielo." Después, me dijo cosas ... me habló de acontecimientos futuros ... -¿No se pueden saber? · -No; me dijo que no los revelara 40 • Parece que la Virgen venía desde tiempo atrás con este plan de comu– nicaciones misteriosas, pues hay una carta de Maximina, del 10 de no– viembre anterior, en que ella dice a doña Eloísa de la Roza: «Conchita me habló de la última locución que tuvo hace diez o quince días, ya no recuerdo fijo qué día fue; me dijo que era una locución de la que no le podía decir nada a nadie; me dijo que ni al confesor. Yo le pregunté que si era cosa buena, y ella me dijo que la Virgen nunca dice cosas malas ... » * * * Así, entre anuncios, misterios y esperanzas, fue transcurriendo el año de gracia de 1963, tercer año de Garabandal. Había empezado con una gran turbación, que a muchos desconcertó, y a otros purificó ... Siguieron luego meses de serenidad y espera... Se cerraron sus días con palabras envueltas en misterio ... Aunque para todos quedaban unas bien claras: NO ES POSIBLE SER PLENAMENTE DICHOSOS EN LA TIERRA; ESO, SOLO SE CONSE– GUIRA EN EL CIELO. '° «L'Etoile dans la Montagne» (núm. 25, pág. 56).

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz