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Se fue con prisas a la montaña A Roma se la llama «Babilonia» en pasajes del Nuevo Testamento (l.ª Pe 5, 13), y sobre su destino hay no pocas cosas en los capítulos 17-19 del Apocalipsis ... Más conciso y explícito es el final de esa célebre profecía de Mala– quías sobre los Papas: "En la última persecución de la Santa Iglesia Romana, ocupará su Sede Pedro Romano, que habrá de apacentar sus ovejas en medio de grandes tribulaciones. Acabadas éstas, la "Ciudad de las Siete Colinas" será arrasada, y el Juez tremendo tomará cuentas a su Pueblo.» En fin,. ¡misterios, misterios, misterios! Lo que ya no debemos ignorar es que en Garabandal, a partir de estas fechas de 1963, se nos ha dejado advertidos de que entramos en horas decisivas, las últimas que tal vez vayan a marcar las manecillas del gran reloj de la Historia. Sin perder de vista el Milagro Una grande y previa oportunidad para todos, en el confín de las grandes horas, será ese milagro que se va anunciando en forma cre– ciente. Don Luis López Retenaga, al redactar su segundo informe -abril de 1963-, resume así lo que ha recogido sobre el tema: «Conchita afirma: - Que conoce el milagro desde octubre de 1961; - Que la Virgen, primero, se lo comunicó sólo a ella; pero que ella, luego, se lo fue diciendo a las otras tres; - Que será un jueves, a las 8,30 de la tarde, y tendrá de duración como un cuarto de hora; - Que ese día habrá un acontecimiento eclesiástico, y el milagro vendrá después de tal acontecimiento, el mismo día; - Que ella anunciará el milagro al pueblo con ocho días de anticipa– ción; - Que presenciarán el milagro, aqemás de los que estén en el pue• blo, el Papa y el P. Pío 38 ; la Virgen no le dijo qué Papa en concreto; 38 Por este anuncio de Conchita, la muerte de este .famosísimo capuchino, P. Pío de Pietrelcina, en septiembre de 1968, produjo un gran desconcierto entre los gara– bandalistas, pues todos contaban con que estaría vivo y presente el día del milagro. Se han dado varias explicaciones, tratando de concordar el anuncio de Conchita con el hecho de su muerte. Ahora ya tenemos informes fidedignos sobre este punto oscuro. También Conchita quedó desconcertada con la noticia de la muerte del P. Pío, que debía «ver el Milagro»... Pero unas semanas más tarde, el 16 de octubre de 1968, casi al anochecer, llegó a Garabandal un telegrama, que procedía de Lourdes y llevaba el nombre de una señora de Roma, a quien Conchita conocía; el tele– grama urgía a ésta a ponerse inmediatamente en camino, para recibir algo de parte del P. Pío... Por fortuna, aquel día estaba en Garabandal el sacerdote francés A. Combe, párroco de Chazay d'Azergues, diócesis de Lyon, y gran promotor de la causa de Garabandal· también estaba su inseparable colaborador B. L. Ellos tomaron en su coche a cdnchita y Aniceta y aquella misma noche partieron para Lourdes. Allí, en la mañana del día 17, Conchita recibió. «de parte del P. Pío», un breve mensaje

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