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Se fue con prisas a la montaña 495 no hay rastro alguno, ni en las notas de don Valentín, ni en los relatos de los más conocidos testigos de Garabandal. Por indicación del señor cura de Barro, que tuvo su parte en el epi– sodio, me puse al habla, por escrito, con la señorita Margarita Huerta (Madrid), pidiéndole ::letalles. Ella me contestó el 18 de junio de 1973: «Sí, estuve en Garabandal cuando la visita del falso Papa Clemente XV. Pero no puedo recordar la fecha: posiblemente haya sido en el año 1963, como usted supone, o quizá en el 64; lo que sí recuerdo es que fue durante mis vacaciones de verano, entre julio y agosto.» (Sobre 1a fecha, ya no hay lugar a dudas. Tengo ante mis ojos el nú– mero 112 de «La Verité» -órgano periodístico de Clemente XV-, co– rrespondiente a noviembre de 1972, que trae una larga entrevista del pseudo Papa con cierta periodista de Amsterdam, el 17 de octubre anterior, y él mismo dice a su interlocutora: «Yo fui a Garabandal el 2 de agosto de 1963.» 33 En consecuencia, dos meses después de morir el Papa Juan.) «Se presentó en el pueblo con un gran cochazo, acompañado de dos jóvenes seglares: de veintitantos años uno, y el otro como de treinta y tantos; éste, al parecer, casado.» (Según don José Ramón, tales acompañantes vestían unos llamativos uniformes.) «El venía con una impecable sotana blanca, solideo también blanco en la cabeza, un anillo como el que llevan los obispos, y sobre el pecho una gran cruz, colga::ido de larga cadena. Al verlo, la gente que andaba por allí se arremolinó en seguida en torno suyo, creyéndole, como era natural, un gran personaje; él daba a besar el anillo, y todos le mirába– mos con muchísimo respeto.» (Quizá esta acogida, ·bien explicable, fue la base para que él se cre– yera... lo ·que dice a la periodista de Amsterdam: «Reconocido como verdadero Papa, yo fui llevado por la gente del pueblo a los lugares de las apariciones: aquello era el hosanna triunfal. Como yo no conocía a l.as videntes ni sus mensajes, me sentía verdaderamente sorprendido de tal entusiasmo.» Debió de creerse, el pobre hombre, que el cielo había hablado allí a su fayor. .. Aunque no le duró mucho el éxtasis.) «Como ni él ni sus acompañantes hablaban más que francés, una amiga (Fuencisla Fernández-Pacheco) y yo empezamos a servir de inter– mediarios. Me dijo que venía a visitar Garabandal por encargo del fallecido Juan XXIII, quien le había confiado la misión de investigar los hechos ocurridos allí. .. Yo, entonces, logré dejarle por unos mo– mentos y me fui donde estaba,· apartado del barullo de la gente, el cura de Barro, don José Ramón García de la Riva; le transmití aquellas decla- 33 Seguramente esto de «2 de ag_osto», que aparece en la publicación de Cle– mente XV, es una errata de impren- en .vez de 22 de agosto; me hace pensar así la siguiente carta de C::mchita, dirigida al P. Laffineur: « San Sebastián de Garabandal, 23-8-63: Sólo dos palabras para decirle qu~ ayer ::ia subido al pueblo en coche un cierto señor que venía acompañado de otros dos.• Vestía de blanco y llevaba una gran cruz sC?bre. ~l pecho, t~bién solid~o y. ani_llo. Era francés. : , . . Yema d19endo que el era el Papa escogido· por Dios, que Pablo VI esta elegido sólo por los cardenales También decía que desde hace 35 años él ve a la Virgen y también a Dios, que es quien le ha dioho de venir aquí.. .» ·
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