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CAPÍTULO III .. . Y SE FUE A LA MONTA1'l:A Hubo hace siglos una pequeña y deliciosa «historia», cuyo relato, bajo la inspiración de Dios, alguien empezó así: «Por aquellos días, María se levantó y marchó presurosa a la mon– taña, a una población de Judá» (Evangelio de San Lucas, 1, 39). Fue uno de los momentos estelares en la vida evangélica de María: su Visitación a la prima Isabel, que ibl:), a ser madre de Juan Bautista. La memoria y actualización litúrgica de tal ·«historia» venía cada año para todos los lugares de la Iglesia Católica con la fecha del 2 de julio. Pero en este 2 de julio de 1961, que ahora nos ocupa, hubo un lugar de la Iglesia que supo de algo más que espiritual memoria y litúrgica actualización... El lugarejo montañés de San Sebastián de Garabandal conoció en este 2 de julio la maravillosa reedición de aquella Visitación primera de María. Con gesto de madre que ya no puede esperar más -¡hijos en peli– gro!-, nuevamente «se levantó Ella, y se fue (se nos vino) a la Monta– ña» 1. ¿A qué? ¡A convivir con nosotros y a servirnos! Como a convivir y a servir había ido Ella en otro tiempo a la casa y pueblo de Isabel _1 «La Montaña» es el nombre que corrientemente usan los de Santander para referirse a su tierra o provincia. Viene seguramente de los tiempos en que Burgos era de hecho y de derecho «Caput Castellae», y a la zona de Castilla que hoy forma poco más o menos la provincia santanderina se le llamaba «la montaña» de Burgos.
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