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44 Ellas recordaron con el aparecido los diversos lances y cosas más llamativas que habían ocurrido en los anteriores encuentros... ; por ejemplo, el susto que Loli, Jacinta y Mari Cruz se habían pasado el primer día cuando vieron a Conchita traspuesta y como víctima de un ataque; al revivir aquello, ahora que todo iba quedando claro, las niñas reían de buena gana con el ángel. Después de tantas horas convi– vidas, había entre «los cinco» una deliciosa familiaridad. La pregunta más importante fue acerca de aquel misterioso letrero que el ángel había traído en varios de los últimos días. El respondió: «Ya os lo dirá la Virgen». Como en tantas otras cosas, había que espe– rar. Dios lleva todo con orden; tiene un ritmo que rara vez coincide con el nuestro, y por eso, tantas veces nos desconcierta. Esta estrevista del sábado, día 1 de julio, entrevista de final de eta– pa, duró dos horas; pero debió de ser tan estupenda, que a las niñas -,.así lo confesaron- se les hizo como dos segundos. La despedida fue: «-Volveré mañana con la Virgen». «-¡Ay, qué pena que te vayas!» Al volver en sí las videntes, quedaron extrañísimas de la noche que envolvía todo, pues ellas salían de un mundo anegado en claridades. La gente, que se había dado cuenta de los largos coloquios del éxta– sis, se les echó encima, preguntando por lo que había habido, por lo que les habíari dicho ... Y las niñas explicaron lo que pudieron, como pudieron. Su pobre léxico de aldeanucas escasamente desarrolladas no era muy a propósito para hablar de cosas ante las que aun mentes superentrenadas se encuentran con las mayores dificultades. Con esto en cuenta, sabremos valorar mejor la descripción que repe– tidamente dieron del ángel: vestido azul largo, suelto (es decir, sin ceñir), con alas largas, muy bonitas, de color fuego claro, una cara muy bella de niño, no precisamente rubio, ojos negros, de extraordi– nario mirar... Esta descripción no choca nada con la tradicional representación de los ángeles en nuestra Iglesia Católica; pero no parece decir mucho. Creo que lo más interesante sobre su ángel lo expresaron las niñas cuando alguna vez dijeron de él, que, a pesar de su apariencia de niño, «daba impresión de gran fuerza». Sí, los ángeles del Señor, aunque pue– den adoptar un exterior infantil, para dar a entender la frescay plena inocencia de su ser, son las criaturas de superior naturaleza, plenos _de vigor y de luz en torno al Altísimo, y «poderosos ejecutores de sus órdenes» *. * ¿Cómo recordaba una de las videntes, años más tarde, esta serie de apanc10- nes del Angel de Garabandal? He podido entrevistarme con Jacinta el 21 de octu– bre de 1975; véanse algunas preguntas y respuestas: -¿Qué impresión os daba el Angel: simplemente de un niño hermoso, o de alguien importante y fuerte, con una gran misión? -No sé cómo contestar a esta pregunta; él, desde luego, tenía apariencia de niño, pero nosotras stmtíamos ante él un gran respeto. (Quería decirme, según yo le entendí por sus explicaciones, que ellas ante él, a pesar de verle como alguien más inferior en edad, más pequeño, tenían la impre– sión viva de estar ante Alguien muy importante, muy superior a ellas.) -¿Cómo pudisteis «eiltreteneros» tantas horas con él, si es que no os hablaba (según Conchita el Angel no habló hasta la tarde del 1 de julio)?

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