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Se fue con prisas a la montaña 23 Años más tarde, cuando las grandes pruebas y dudas y contradic– ciones, exactamente el 8 de abril de 1967, decía Aniceta al ilustre sacer– dote argentino Julio Meinvielle, que había subido a Garabandal con don Jaime García Llorente, de Sevilla*: «Parece que estoy viendo a Conchita cuando volvía a casa después de la primera aparición: ¡Venía transformada del todo! Hasta la voz la traía cambiada, y a mí me impresionó mu:::ho. Era como otra voz, una voz muy dulce. ¡Y sonreía con una dulzura en el rostro!» Loli llegó a casa con su hermana Amaliuca, un año menor que ella Iban temerosas, esperándose una reprimenda por volver tarde (en aquellos hogares de San Sebastián había mucho rigor, especialmente para las chicas, en esto del regreso a casa ar..tes de anochecer). Cuando llegaron, su madre estaba ya acostada, y no es de extrañar, pues la pobre mujer trabajaba en firme durante todo el día; subieron al piso de arriba, donde estaba la alcoba, y se asomaron tímidamente a la puerta, Loli detrás de Amaliuca: -Mamá... -dijo ésta con mansa voz. -Sí, mamá, mamá -replicó Julia desabrid2mente-. ¿Qué horas son éstas de volver a casa? ¿Os parece bien? Debería daros unos azotes. -Es que Loli ha visto un ángel... -,-¿Qué ángel ni qué demonio? ¡Vergüenza os debía dar! Hala, cenad y acostaros; y dejadme a mí tranquila, que bastante cansada estoy. Bajaron las niñas y cenaron; y luego Loli, como de costumbre, se fue a casa de la abuela materna, que estaba al lado, para dormir con ella, pues la buena señora vivía enteramente sola (esta· casa es la que ocupa ahora la familia Mazón-González). Abuela y nieta solían rezar juntas, antes de acostarse, .las oraciones del escapulario del Carmen, y a esto se pusieron también en esta noche del 18 de junio de 1961. Pero la abuela notó enseguida algo desacostum– brado en la nieta; ésta, de rodillas, se apretujaba temblorosa contra ella, como un pajarillo asustado... (téngase en cuenta que Loli era por entonces bastante menudilla) . -Pero, ¡niña!, ¿qué es lo que te pasa? -Abuela, he visto al ángel. -¿Qué? ¿Ver tú a un ángel?, ¿con lo mala que eres? ¡Vamos! -¿Cómo nada? Que me han dicho .en el lavadero que habías visto a un ángel... Mira: te voy a coger y... te voy a dar unas patás, que ya tienes años para decir esas cosas... " En esto, que está allí Jacinta y contesta: "Pues sí, le vimos". -Alabado sea Dios, dije; ¿también tú eres del lío ese? ¡Qué vergüenza, María Santísima! ¡Unas crionas, a la edad que tienen! Y aquel día reñí mucho a Mari Cruz; pero no vol-.rí a reñirla más.» * Don Julio Meinvielle, figura señera de la intelectualidad católica argentina, ha– bía ya oído y leído cosas de Garabandal en su país; y tan pronto como pudo, aprovechó la ocasión de visitarlo. Llegó a Madrid e11 avión; en el aeropuerto de Barajas le recogió don Jaime García Llorente y le llevó directamente a Garabandal. Aquí, el perspicaz sacerdote contempló, rezó, escuchó .., y su impresión fue decidi– damente favorable; llegó a decir a su acompañante don Jaime, en el viaje de re– greso: «Garabandal va a ser la bandera de la Contra:ry-evolución.»
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