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Se fue con prisas a la montaña 21 Nosotras, una vez que terminamos de llorar, volvimos a la puerta de la iglesia, y entramos dentro. En aquel mismo momento llegó la se– ñora maestra, toda asustada, y en seguida nos dijo: -Hijas mías: ¿Es verdad que habéis visto al ángel? -Sí, señora. -¿A ver si es imaginación vuestra? -¡No, señora, no! ¡Hemos visto bien al ángel! Entonces la maestra nos dijo: Pues vamos a rezar una estación a Jesús Sacramentado en acción de gracias» 23. Sabemos que durante esa inolvidable estaci:Sn, las palabras del rezo se les entrecortaban a las niñas por sollozos y por risas. «Estábamos tan no sé cómo -ha confesado Loli-, que tan pronto reíamos como llorábamos.» «Te lucis ante terminum» Probablemente, jamás en la iglesia de San Sebastián de Garabandal se había rezado u;na estación como aquélla: con tal conmoción de alma, con tal deseo y necesidad de cobijarse cabe el Señor... , que estaba de verdad allí, cerca de ellas, vivo y lleno de amor, poderoso y misterioso en su designio, y que seguramente tenía mucho que ver con todo aque– llo que acababa de ocurrirles. La maestra se sentía más madre que nunca hacia aquellas alumnas, y éstas, como polluelos asustados, se apretaban junto a ella para sen– tirse más seguras. Sonaban ahogados los rezos: «Viva Jesús Sacramen– tado... Padre nuestro... Hágase tu voluntad... Perdónanos... No nos dejes caer en la tentación... ¡Líbranos del mal!» Y estos rezos de las cinco criaturas, en la iglesia solitaria y ya en sombras, fueron sin duda las verdaderas Completas 24 de Garabandal en aquel domingo de junio que había empezado para todos como un domingo cualquiera. Se apagaba la luz del día. Momentos de la oración crepuscular. Como había sucedido durante siglos en innumerables monasterios y conven– tos de la Iglesia, seguramente que también en este día y a esta misma hora de Garabandal, no pocas almas de las cor.sagradas a Dios estarían por diversas partes haciendo ante El sus preces litúrgicas de final de jornada. 23 Práctica de devoción eucarística muy corriente en España; consta de seis padrenuestros avemarías y glorias, con la invocación. «Viva Jesús Sacramentado-– Viva, y de todos sea amado». Solía rezarse especialmente: al dejar expuesto el San– tísimo, al hacer una visita al Señor ante el sagrario, y como acción de gracias colectiva después de la comunión. En su origen :....atribuido a los franciscanos- parece que estos seis padrenues– tros de la estación tenían el siguiente sentido: cinco, como homenaje de adoración el Señor en sus cinco llagas: las de los pies, manos y costado, y el otro, sexto, como rezo a intención del Romano Pontífice para ganar las indulgencias. 24 Se llama Completas a la última parte del Oficio Divino, rezo oficial diario de la Iglesia; su momento propio es el del ocaso, y tiene el sentido de acudir a Dios para ofrecerle la jornada que concluye y acogerse a su protección frente a los misterios y peligros de la noche que ya se echa encima.
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