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Se fue con prisas a la montaña 19 En nuestras cuatro pequeñas pecadoras, a la sugestión diabólica que tan fácilmente las había llevado a la aventurilla nada santa del huerto, sucede ahora, con el trueno, un soplo de bien distinta inspira-. cióp; y la protagonista exclama de pronto: «¡Ay, qué gordal Ahora que cogimos las manr,anas, que no eran nuestras, el demonio estará contento, y el pobre ángel de la guarda estará triste ... » Entonces empezamos a coger piedras y a tirárselas con todas nues– tras fuerzas al lado izquierdo (decíamos que allí estaba el demonio)» 1s. El relato, en su infantil simplicidad, es realmente extraordinario. Las niñas reaccionaron vigorosamente contra los espíritus del mal, que han logrado de momento seducirlas, y decididamente se ponen, frente a ellos, del lado de los ángeles buenos que están para llevarlas a Dios, y que no dejap de velar a su derecha «Una vez cansadas de tirar piedras, y ya más satisfechas (el sosiego que vuelve a sus conciencias después d~ la reacción antidiabólica), empezamos a jugar a las canicas con piedrecitas del suelo. De pronto, SE ME APARECIO una figura muy bella, con muchos resplandores, que no me lastimaban nada los ojos» 19. En el lenguaje de estas niñas de aldea, pobres de léxico y nada acos– tumbradas a la literatura de superlativos que tanto derrocha la propa– ganda, esas escuetas expresiones suponen la más extraordinaria pon– deración. La figura aparecida, y_ los resplandores que la envolvían, eran tan por encima de todo lo bello e impresionante que puede contem– plarse aquí abajo, que Conchita quedó arrancada de sí y del mundo por la admiración y la sorpresa... «Las otras niñas, Jacinta, Loli y Mari Cruz (ellas se lo contaron después), al verme .en este estado, creían que me daba un ataque, por– que yo decía con las manos juntas: ¡Ay.. . Ay... Ay... ! Cuando ellas ya iban a llamar a mi mamá, se quedaron en el mismo estado que yo, y exclamaron a la vez: ¡Ay, el ángel! Luego hubo un corto silencio entre las cuatro... ,· y de repente, de– sapareció 20. 1s Es una ingenua creencia que yo mismo he comprobado en bastantes pueblos de España. Como se supone que el ángel de la guarda tiene su puesto a nuestra derecha, el ángel caído y tentador se nos acerca siempre por la izquierda. 19 Diario, página 3. 20 La niña nos cuenta así «desde dentro», lo que ocurrió en aquella visita del cielo; pero podemos completar su informe con algún detalle exterior, que debemos al susodicho brigada don Juan Alvarez Seco. «Unas niñas, que jugaban también por los alrededores, al ver a las cuatro en aquella extraña actitud, se pusieron a tirarles piedras; entonces el ángel las llevó como a unos cincuenta metros más arriba, en la misma calleja. Una vez allí, Y mientras duraba su posición extática de rodillas, quiso pasar por entre ellas un vecino del pueblo que venía de arriba, del monte, con un panal de miel¡ al ver que no se movían para dejarle pasar, y bien ignorante de lo que estaba ocurriendo, se sintió malhumorado por la "poca educación de aquellas crías".. . Después de haber– las pasado en dirección al pueblo, se volvió el hombre a mirar hacia arriba, y fue grandísima .su sorpresa al ver que las niñas continuaban allí, exactamente en la misma .postura y posición de antes. Cuenta él, que en toda la noche apenas pudo dormir, pensando en que todo aquello era muy raro...; se lo dijo a su mujer, .pero ésta le contestó que no tenía importancia, «¡cosas de niñas!» Este vecino del pueblo se llama Vicente Mazón.
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