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196 en el momento del saludo y de la despedida: se apunta a otra, que debemos escribir siempre con mayúscula, porque nos afecta en el plano más alto, en orden a lo que es y será para nosotros lo rigurosamente decisivo. ¡Es, ni más ni menos, nuestra alternativa de vida o muerte, eternas! ¡Salvarnos o perdernos! La Historia o Misterio de la Salud tiene sus capítulos «oficiales», que dan la pauta .o clave para entender de la materia, y son los que componen «el Libro» -Biblia o Sagrada Escritura-, único texto reco– nocido y aprobado con toda autoridad; pero ha tenido también, y sigue teniendo, capítulos complementarios ... sin los cuales el texto oficial re– sultaría, para muchos, de no fácil asimilación, y la misma marcha de la Historia adolecería de falta de actualidad y viveza. Bien podemos considen:r como uno de esos capítulos complementa– rios, de última hora, el que se ha venido escribiendo --en líneas no siempre claras ni rectas- con los «sucesos» de Garabandal. ¿ Que la Revelación oficial o pública se cerró con la muerte del úl• timo Apóstol? La Historia de la Salud no se concluyó por eso, y la marcha de su misterio nos seguirá envolviendo a todos «para erección o para ruina» (Le 2, 34), hasta que llegue la consumación (Mt 13, 39-49; 24, 29,31) 1. Como Dios intervino con acciones o palabras de salud desde el principio, así intervendrá hasta el fin. Por Sí, o por otros; por sus «profetas», por su propio Hijo 2 , por la Madre... «Yo estaré con vosotros todos los días hasta la consumación de tos siglos» (Mt 28, 20). Es la Madre la que actúa de protagonista en Garabandal, especial– mente en estos sus primeros tiempos, que ahora vamos historiando; pero aparece claro en seguida que su actuar -no podía ser de otro modo- se mueve de lleno en la dinámica general de la «Salud que nos viene de Dios» (Le 1, 77-79). Estamos ante un nuevo despliegue del gran misterio de Salvación .que El montó desde el principio para ayuda de sus pobres criaturas humanas. La Madre de Dios y de los hombres ha aparecido nuevamente entre nosotros para repetirnos una vez más, en nombre propio y sobre todo de parte de Quien la enviaba: «Salus populi, ego sum; de quacumque tribulatione clamaverint ad me, ego exaudiam: La salud del pueblo, en mí está; yo les escucharé en cualquier tribulación de la que clamen a mí» (Introito de la misa votiva «Pro quacumque necessiti:tte»). Esto empezó bien pronto a flotar en el ambiente, y muchos que sabían de tribulaciones, con ellas se fueron a Garabandal... Yo no tengo aún pruebas de que la Virgen hiciera entonces «milagros» evidentes para liberar, a los que acudían, de todas sus tribulaciones, aun de las físicas o materiales; pero son innumerables, los que tienen muy íntimo testimonio de que no acudieron en vano a Ella, de que Ella ciertamente «escuchó». 1 Ya en los cursos del Instituto Católico de París escuché un día al entonces P. J~ Danielou, hoy cardenal Danielou: «La visión de la Historia de la Salud no puede limitarse al "pueblo escogido", hay que darle una amplitud cósmica: de la Creación del hombre a la hora actual de la Iglesia... Cristo no se nos ha pre– sentado como el "nuevo Abraham", sino como el "Adán nuevo"... » :z Comienzo de la Epístoll,\ a los Hebreos.

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