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14 atracciones: quieren salir de este rincón, donde ya no ven porvenir, echarse al mundo, que puede ofrecer tantas oportunidades... Los ma– yores sí siguen apegados al pueblo, a veces por cariño, a veces por necesidad, y con talante de entereza o digna resignación van mante– niendo lo que recibieron de sus mayores. En cuanto a los niños... , los niños aquí, como en todas partes, están para jugar, hacer recados, o montar a escondidas alguna travesura. Por los días en que va a empezar nuestra historia, está de jefe de la Guardia Civil en el ayuntamiento de Río Nansa el brigada don Juan Alvarez Seco. De él es esta descripción: «Garabandal es una pequeña aldea montañosa compuesta por unos setenta vecinos ... Las costumbres de sus habitantes son primordial– mente religiosas. Jamás olvidan, por ejemplo, el rezo del "Augelus", tan pronto como el reloj señala las doce horas del día. Por la tarde rezan siempre en la iglesia el santo rosario, que dirige el párroco, si está, y si no, la maestra u otra vecina del pueblo. Al entrar la noche, la mujer de Simón (madre de Jacinta) sale por el pueblo con su farol y una cam– panilla para invitar a los vecinos a orar por los difuntos y hacer así las últimas oraciones de la jornada. Los domingos, después de haber asis– tido todos a la santa misa en la antigua y humilde iglesia, se toman un poco de descanso ... ; por la tarde, la juventud se reúne bajo los sopor– tales, o al aire libre, y cantan o se divierten al son de la pandereta». Año 1961. Mes de junio. Día 18, domingo Sí, domingo, el día radiante de la semana; pero, en fin, un domingo como otro cualquiera: ¿por qué había de distinguirse? Ha amanecido muy pronto, pues los días en torno al solsticio de verano tienen muchas· horas de luz. (Estos amaneceres de junio suelen ser una verdadera delicia: por la acariciadora temperatura, por la pu– reza del aire, por el encanto de la luz, que va besando cumbres, desper– tando cantos de pájaros, dando a todo nitidez de perfiles y colores.) Los habitantes de Garabandal saben ya demasiado de amaneceres, por exigencias de su labor ganadera y campesina; así que no madrugan para gozar del de este domingo. La mayor parte se levantan más tarde que de ordinario, pues también para descansar está hecho el día del Señor. Los hombres se lavan y _afeitan... , lo que no hacen todos los días; las mujeres andan quizá más afanosas que otras mañanas, poniendo a punto la ropa de todos los de la familia, pues nadie va a ir a la misa dominical sino con ropa limpia y un traje decente. Cuando las campanas toquen o repiquen desde la maciza torre, se esparcirán por todo el pueblo los mejores aires de fiesta. Aquella bronca música de badajos percusores rodará sobre los tejados apiñados, llenará después sus callejuelas, y se irá perdiendo luego, por encima de mieses y de prados, hacia las laderas de helechos, de pastizal o de bosque que presentan hacia el pueblo los montes de su contorno.

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