BCCCAP00000000000000000000758

190 Añadamos a esto un doble dato que anda · en boca de todos los enterados: que los de la Comisión jamás montaron un proceso infor– mativo en debida forma, y que nunca contaron en serio con el párroco don Valentín Marichalar, a quien aún .no han pedido una declaración formal... La cosa es bastante seria, como cualquiera puede ver, y más adelan– te se irán acumulando otras pruebas; aquí sólo quiero añadir algo de lo que estoy bien informado, que es de mucho peso, y que cronológica– mente pertenece a esta «hora» de Garabandal que venimos historiando. La Universidad eclesiástica de Comillas, asentada sobre la villa del mismo nombre, en la costa de Santander, y regida por la Compañía de Jesús (de la «antigua observancia»), ha pesado en la vida de la Iglesia de España como ninguna otra institución docente durante los primeros cincuenta años de este siglo. Promociones y promociones de -sacerdotes han salido de su seno para ocupar después los más diversos puestos de apostolado y jerarquía... Ha tenido ilustres maestros y formadores; pero entre los de primera fila -bien conocidos del clero español- tenemos que hacer un hueco al que regentó durante años y años su cátedra de Teología Moral, P. Lu– cio Rodrigo: hombre de libros, hombre de almas y hombre de Dios. Al P. Lucio Rodrigo le llegaron las primeras noticias sobre Garaban– dal hacia finales de julio de 1961, por conducto de un sacerdote de Madrid, señor Gamazo, éxdiscípulo suyo. Este venía impresionado, muy favorablemente impresionado, por lo que había podido ver y palpar en la remota aldea. (Posteriormente, a ruegos del mismo.P. Rodrigo, dicho sacerdote redactó un informe o relación escrita, que el Padre guarda «como oro en paño, porque es de lo mejor que he visto».) Creyó el P. Rodrigo que aquellas noticias eran del mayor interés, y se las comunicó por carta, a San Sebastián (Guipúzcóa), a los marqueses de Comillas, tan ligados a la Universidad eclesiástica (un abuelo suyo, el segundo marqués de Comillas, don Claudia López Bru, la había fun– dado en los días de León XIII). Pocos días más tarde se presentaron los marqueses, acompañados de su madre, la condesa viuda de Ruiseñada. El 4 ó 5 de agosto su– bieron todos a Garabandal; pero bajaron sin ver nada, por no esperar hasta la noche: la condesa tenía miedo (nada de extrañar): «No, no; no esperamos. De noche nos podemos matar por esos caminos tan ho– rribles». Así, pues, la primera subida a Garabandal se le malogró al P. Ro– drigo en su propósito de examinar atentamente aquellos extraños fe– nómenos... Mas pronto se le presentó nueva ocasión. Llegó a Comillas el exministro de Asuntos Exteriores, don Alberto Martín Artajo, tan vinculado a la Compañía de Jesús por lazos familiares y de formación, y con él pudo subir por segunda v~z a Garabandal el P. Lucio Rodrigo. Fue el 14 de agosto, poco después de la muerte del P. Luis María Andreu. Y esta vez sí pudo el Padre ver de cerca lo que tanto le interesaba ... No formó en seguida juicio; quería seguir observando, reflexionan– do, y pidiendo luz a Dios... Y al cabo de bastantes otras visitas y de no pocas reflexiones, maduró su parecer: «aquello», en su conjimto, tenía un cúmulo de indicios y pruebas a favor de su carácter sobre-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz