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188 Al llegar a este punto, hemos de decirnos que la actuación de los comisionados en esa noche, de la que tenemos referencias tan directas, es como para erigirla en paradigma o modelo.. . Ellos no están en el escenario de los sucesos a la hora de la oración; sólo vendrán después , como para echar un vistazo y ver de tomar me• dictas contra «los obstinados» en mantener to.do aquello. No va con ellos el seguir de cerca a las protagonistas en sus trances, para conocerlos a fondo, para no perderse detalle, y así tener un com– pleto cuadro de referencias o datos sobre el que montar sólidamente un dictamen. ¡Que se molesten otros por aquellas callejas y caminos! ¡Que otros pierdan el sueño con las largas e insustanciales «vigilias»! Ellos, los que en definitiva cuentan, porque tienen autoridad, no nece– sitan seguir así de cerca la cosa...; ellos ya han «calado» desde lejos en el asunto, y saben a qué atenerse. Hemos oído al médico, al sacer– dote y al fotógrafo ... ¡Causa fallada! Lo que les molesta es que haya todavía obstinados o indocumenta– dos, que se mantengan en otra actitud. Escuchemos de nuevo a don José Ramón García de la Riva: «Me quedé en la iglesia hasta las once de la noche, delante del Santísimo. Cierto, que no todo mi cometido fue rezar; también me apliqué a es– cuchar atentamente cuanto desde mi sitio podía oírse, porque, eso sí, todo se decía en alta voz, no en tono misterioso. Todo daba a entender que no se trataba de ningún secreto 3 5». «De sus deliberaciones, me quedé concretamente con esto: "Vamos a cerrar la iglesia al culto. Enviaremos a don Valentín con un mes de vacaciones: lo admitirá fácilmente, pues parece que está nervioso... Al padre jesuíta le haremos marchar. Impediremos subir aquí a los sacer– dotes, y... si esto es de Dios, ya se abrirá paso.» ¡Sentencia luminosa, esta última, en boca de sacerdotes teólogos! Como si fuera estilo de Dios el imponerse «como sea» a sus criaturas humanas, haciendo saltar todas las vallas y todos los cerrojos .. . ¿No sabían ellos que Dios ha querido necesitar del hombre en todas sus empresas de salvación? Hay que «prepararle los caminos» con una ac– titud de sincera apertura a su querer, de búsqueda, de docilidad, de rectitud de intención, de discernimiento y de rendimiento. Dios podrá abrirse camino, a pesar de todos los obstáculos de los hombres; pero también desistirá a veces de ciertos planes de misericordia, por culpa de esos mismos obstáculos. Y en todo caso, ¡malo para aquéllos que se hayan puesto, de hecho, más a suscirtarle dificultades que a buscar de corazón el entenderle! 35 Del «debate» que hubo aquella noche en la pequeña sacristía, antes de las decisiones de la Comisión, tenemos esta escueta referencia del doctor Ortiz: «Allí, en presencia del párroco, don Valentín Marichalar, del Padre Andreu, S. J., y de los que se decian de la Comisión, traté de demostrar a éstos que estaban con• fundidos en muchas de sus apreciaciones.. . Tuve que terminar diciéndoles que yo no había subido allí para .perder el tiempo discutiendo, que lo primero que había que hacer era observar con todo detenimiento las cosas». Fue al quedar los comisionados solos, cuando éstos deliberaron en el sentido que nos dice don José Ramón.
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