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Se fue con prisas a la montaña 185 «Surgió de una conversación mantenida con el actual párroco de San Claudio de la ciudad de León, reverendo señor don Manuel ·Antón. Este señor cura pasaba entonces unos días en Barro (Llanes, Asturias). Yo acababa de llegar a dicha parroquia, y no tenía la menor idea de aquellos sucesos que ocurrían a 57 kilómetros, en la vecina diócesis de Santander. Tales sucesos habían comenzado el 18 de junio de 1961, y yo tomé posesión de la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores de Barro, el día 10 de agosto.» «De aquella conversación me quedé con un dejo de curiosidad... » La curiosidad por saber qué era lo que de verdad estaba ocurriendo llevó a don José Ramón hasta Garabandal en día 22 de agosto. Un día de signo muy mariano, según dijimos antes. Subió con su padre en una motocicleta -«Roa», y la primera pre– gunta que hizo en el pueblo fue sobre la hora de las «apariciones». «-Es al atardecer, después del rosario en la iglesia; las niñas suelen extasiarse al salir». La información produjo cierta contrariedad a los llegados, pues no podían quedarse los dos para una hora tan tardía. Decidieron que el padre bajara o regresara en un taxi que había allí, y que estaba presto a partir con otras personas que tampoco podían esperar. Entonces, dice don José Ramón, «me dediqué con un sacerdote bur– galés, venido de la Lora 32 , a pasear por el pueblo. Sus calles o callejas eran tortuosas y pedregosas. Fui conociendo poco a poco a las niñas vi– dentes; la primera, Loli, que correteaba junto a su casa alrededor de un «jeep»; después, Conchita y Mari Cruz, que por entonces solían andar juntas; a Jacinta no la vi hasta por la noche, y en éxtasis. Me dieron impresión de ser normales, juguetonas, risueñas, vivarachas; pero un tanto tímidas... Les hice unas fotografías, que conservo; y me extrañó verlas con rosarios, cadenas y medallas colgando del cuello. Luego supe que los llevaban así para darlos a besar a la visión durante el éxtasis 33 , y que eran de las numerosas personas que acudían a San Sebastián lle– vadas por la curiosidad o la fe. También me enteré entonces de que en los comienzos de las apariciones las niñas daban a besar pequeñas piedrecitas, que recogían previamente por el suelo, y luego se las ofre– cían a distintas personas de parte de la Virgen. Yo no llegué a _ver esto, porque hacía ya tiempo que sólo daban a besar objetos religiosos o alianzas matrimoniales». 32 Comarca de la: alta meseta castellana, de clima recio, en el extremo Noroc– cidental de la provincia de Burgos, confinando con Palencia y Santander. Sonó bastante cuando la guerra civil española, y posteriormente, con motivo de haberse · encontrado allí el primer petróleo de la península. 3J Más adelante dirá don José Ramón, resumiendo algo de lo que fue muchas veces testigo: «Era una auténtica maravilla ver con qué facilidad desenredaban en éxtasis verdaderos montones de rosarios y de cadenas con sus medallas. También era digno de presenciar el momento en que todos aquellos rosarios y cadenas con sus cruces y medallas correspondientes, eran impulsados hacia arri– ba, hacia la Virgen, con un juego muy bonito de los diez dedos..., quedando como en corona, vueltos hacia la visión, sólo ,los crucifijos y las medallas».
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