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Se fue con prisas a la montaña 181 «En estos momentos, entró también en éxtasis Conchita, se cogieron las cuatro del brazo y pasaron, de modo increíble, por la pequeña puerta del pórtico de la iglesia. Digo "increíble", porque dicha puerta o acceso no tiene suficiente anchura como para dejar pasar a las cuatro en línea, sin apretarse ni tropezarse. «Yo logré deslizarme rápidamente a la iglesia, y así tuve la suerte de poder contemplar a mi g1;1sto la impresionante entrada de las cuatro extáticas en el recinto sagrado: lo hicieron lentamente, con un pisar seco y acompasado, como de desfile militar, que resultaba extrañamente sonoro en el silencio y penumbra del lugar santo. Daban una tal im– presión de fuerza, que Loli, al pasar, rozó apenas con el brazo a una amiga nuestra, de considerable talla, y la derribó al suelo 29. Creo que todos cuantos estábamos allí quedatnos sobrecogidos de un saludable temor. .. , y en cuanto a mí, confieso que sentí como una fuerte expe– riencia de lo que tiene que ser el temor de. Dios, y me acordé de aque– llo de la Escritura que la Iglesia aplica a la Virgen: "Hermosa y atrac– tiva eres, hija de Jerusalén; pero también terrible, como escuadrón puesto en orden de batalla"» 30. De estos trances, en que las niñas eran arrebatadas del mundo cir– cundante para entrar en admirable comunicación con personas y reali– dades de otro mundo que se nos oculta_. a los espectadores sólo llegaban ciertas irradiaciones o reflejos; lo que de verdad había en la dimensión interna de aquellos fenómenos, sólo las videntes podrían explicarlo, y hasta la fecha es muy poco lo que han sabido decirnos. Creo que no debe extrañar a nadie, pues el lenguaje que tenemos a mano está hecho para expresar realidades y experiencias de la tierra, no de un mundo superior. Conchita nos declara en su diario (pág. 48) que en los trances de estos días que venimos historiando, la Virgen puso especial atención en llevarlas a ellas, las niñas, tan faltas de instrucción humana, a un hábito de orar con el mayor esmero o cuidado. Les mandaba rezar el rosario, como tantas otras veces; mas para adoctrinarlas prácticamente sobre el modo de hacerlo, les dijo el vier– nes, día 18 de agosto: «Yo voy rezando delante, y vosotras me seguís». nos con Dios... Y algo querrían decir también del valor de ciertas manifestaciones religiosas que bastantes quieren dar ya por caducadas como si estuviesen faltas de contenido... · 29 Téngase en cuenta que Loli, por aquellas fechas, era más bien menuda para sus años. De la impresión que causaba aquel paso de las niñas, rítmico y firme, en el silencio o en la noche de las calles de Garabandal, dominando el confuso arrastrar de pies de quienes las seguían callados o rezando, tenemos preciosos testimonio,s. No olvidemos que la Virgen, toda encanto y bondad, es también la «Virgo Po– tens», la Virgen Fuerte, que se enfrenta a los poderes del mal y es capaz de arrollar, como le canta la Iglesia, todas las herejías a ·10 ancho del mundo y de la historia. 30 Ya queda apuntada antes cierta anotación que hizo don Valentín para el 5 de agosto: «A las nueve y media de la noche, yo estaba en el portal de la iglesia; llegaron las niñas, y las quise parar, pero no pude. Es enol1IIle la fuerza que des– arrollan en sus marchas; y que aun queriéndolas parar, no se puede, o es suma- mente dificil». •
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