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176 Aquí surgen bastantes preguntas: ¿de dónde o de quién procedía esa voz?, ¿a qué apuntaba, o qué finalidad tenía?, ¿qué relación pudo haber entre ella y los besos .de la Virgen a sus hijas asustadas?, ¿tenía algo que ver esta voz con el anuncio que se le hizo a Conchita a su regreso de Santander? (cap. VII, pág. 134). Confieso mi desconcierto, y que no tengo respuestas para estas pre– guntas. Esa voz sigue siendo aún hoy uno de los enigmas de Garabandal. Por sus efectos de miedo en las niñas y de oscuridad en todo el ambiente, junto con la pérdida de la visión de la Virgen, diríase que era la voz del Enemigo: voces del mundo tenebroso, de los poderes del mal, rabiosos ante aquel «admirable commericum» que se iba estable– ciendo entre el Cielo y la Tierra. Pero lo que Cónchita da como de la Virgen en su diario: «Que no nos asustáramos, y que siguiéramos la voz», parece descartar esa identificación ... O ¿es que la niña sufrió algunas confusiones y no supo expresarse bien sobre un asunto tan oscuro? Algún día -esperamos- nos llegará la aclaración de este mis– terio. La extrañísima voz no se dejó oír sólo aquel día. Subió entonces por primera vez a Garabandal una persona que había de convertirse bien pronto en uno de los mejores testigos de lo que allí estaba ocurriendo. Nos referimos a doña María Herrero Garralda, hija de los marqueses de Aledo, casada desde hacía pocos años con don En– rique Gallardo Rodríguez-Acosta. Mujer bien formada, de gran corazón y acendrado espíritu religioso, pronto se ganó la confianza de las niñas y captó la profunda dimensión de los sucesos. Durante bastante tiempo se contentó con guardar en su alma, y ru– miar piadosamente, cuanto allá arriba había visto y oído; pero luego, cuando la marea antigarabanda.Jista iba más «in crescendo» por la auto– ridad de la curia santanderina, se puso a redactar en francés, para el Santo Oficio de Roma, un memorándum de lo que ella misma había podido presenciar. Lo hizo por consejo del sacerdote belga P. Laffi– neur 22, y a éste se dirige en el prólogo: «Os ofrezco este pequeño trabajo ... Ahora que lo releo, me parece muy pobre, y es que resulta casi imposible meter en palabras las emo– ciones del alma. «Sólo refiero aquí algunas de las muchas -una treintena, por lo meno.s- apariciones a que yo asistí en San Sebastián de Garabandal, a partir del 17 de agosto de 1961. Me esforzaré por dar una idea de aquellos acontecimientos, aunque es imposible expresar todo lo que yo res sabían ya cuándo iba a producirse el final de un éxtasis: cuando las videntes ponían su cara en actitud de dar o recibir besos, a lo que solía preceder o seguir la acción lenta y devotísima de santiguarse. 22 Ha muerto el sábado día 28 de noviembre de 1970, en Francia, donde residía y trabajaba desde hace bastantes años. Primera figura en el movimiento garaban– dalista europeo, firmaba muchos de sus escritos y comunicaciones con el seudó– nimo de «Dr. Bonance». Aparte de gran preparación doctrinal, tenía una preciosa experiencia para en– tender de «apariciones», por su decisiva ¡ntervención como fiscal en el proceso de las de Beauraing (Bélgica), 1931-1932.

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