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Se fue con prisas a la montaña "Mari Cruz, Mari Cruz, ¡qué pena nos da de ti!; rézale mucho a la V irgen, pa que vuelva donde ti". "Mari .Cruz, Mari Cruz, ¿no te huelen las azucenas? Te las ha traído la Virgen, para que seas más buena•··. 171 Esta noche la Virgen estuvo con nosotras desde las nueve de la noche hasta las siete de la mañana 8; y esa nocñe jugamos a "los tíos" 9 con la Virgen: nos escondíamos dos de nosotras, y otra nos encontraba.» ¡Nueva sorpresa en esta increíble historia de Garabandal! La Vir– gen, metida en juegos con unas crías aldeanas... «Eso no puede ser», debieron de exclamar no pocos al oírlo. Eso es ridículo, inverosímil, inadmisible. Bien; yo confieso que no se me alcanza el porqué de tales juegos; pero nada me cuesta admitirlos, si tengo pruebas de que los hubo, y de que, efectivamente, la Virgen intervino en ellos. ¿Puedo pretender acaso, que me sean fácilmente comprensibles todos los detalles de la acción de Dios sobre el mundo, o en las almas? Me basta con tener señales de que son cosas de El. Y entonces, ya puedo estar seguro de que todo eso que no comprendo, obedece a algún misterioso designio y ocupa un lugar en el dispositivo de la Providencia. «Mis caminos, dice el Señor, no son vuestros caminos; ni mis pen– samientos, vuestros pensamientos.. . » (Is. SS, 8). Por otra parte, ¿es que nunca se han «entretenido» de arriba en misteriosos juegos con los hombres? De hace miles de años data este texto inspirado, que la Iglesia viene poniendo incansablemente en boca de la Virgen: «El Señor me estableció al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras de siempre... »Cuando ponía en disposición los cielos, allí estaba yo: cuando tra– zaba la bóveda sobre la faz del abismo, cuando condensaba las nubes en lo alto, cuando ordenaba las fuentes en lo profundo. »Cuando El señalaba límites a los mares, para que no se desbordaran sus aguas; cuando asentaba los fundamentos de la tierra: s Después de tales «vigilias» las niñas tenían que quedar deshechas, cansadísi– mas... Pues ¡no! Los testimonios sobre esto son unánimes, y reiterados hasta la saciedad. · Se caían de sueño cuando no habían podido dormir por otra causa; mas cuan– do perdían el sueño por las apariciones, no acusaban fatiga alguna, y podían em– pezar la nueva jornada «como si tal cosa», sin necesidad de recuperar las horas robadas al -descanso. Teniendo en cuenta que algo o mucho de esto ocurrió muchísimas noches a lo largo de meses..., ¿no puede hablarse de «milagro»? 9 Este juego es el vulgar,mente llamado «del escondite», o «esconderite», en el que una de las participantes -según corresponda- tiene que dar tiempo a las demás para que se escondan, y luego encontrarlas.

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