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170 dole de la fiesta que así empezaban a celebrar? Toda la liturgia de la Asunción es una reiterada invitación al gozo, en el que debemos en– trar nosotros, sus hijos de la tierra, que ya en la oración de la vigi– lia le pedimos al señor: «Concédenos que, bien seguros con la defen– sa de María, muy gozosamente nos asociemos a su festividad»; pero no sólo nosotros ... La ola de superior alegría debe alcanzar a toda la crea– ción: «¡Llevada ha sido María al cielo! Se regocijan los ángeles y con cantos de alabanza bendicen al Señor.» Son las primeras palabras del oficio divino en esta fiesta de la Virgen. Y el gozo, desde los ángeles a los hombres, está bien justificado, pues la que tanto importa para todos, si empezó sin mancha, ha acabado en pleno triunfo. Sin duda, lo que las niñas de Garabandal fueron haciendo aquella noche por ·1as oscuras calles de su aldea, era como una réplica humilde de lo que despliegan los ángeles y bienaventurados en el cielo para honor y gloria de la criatura mejor. Las niñas y sus acompañantes, en pie a horas tan intempestivas, oraban y alababan a Dios por María: hacían una buenísima obra, por ellos mismos y por tantos cristianos, dormidos o... cosa peor. Se aso– ciaban así, misteriosamente,- a las almas consagradas que en más de un monasterio de monjes o en conventos femeninos de clausura iniciaban a aquellas mismas horas una nueva jornada con el rezo solemne de los Maitines y Laudes de la solemnidad 7 • Los Maitines y Laudes de las hijas de Garabandal eran muy distin– tos, verdaderamente insólitos, nada litúrgicos; pero ¿acaso menos pro– vechosos para la gloria de Dios y el bien de la Iglesia? Algún día se nos dirá. La «vigilia» de la Asunción no fue la única por estas fechas. Al sá– bado siguiente -19 de agosto-, primer día mariano 0.espués de la fiesta, hubo otra, que aún fue más larga, pues abarcó casi toda la noche, de sábado a domingo. Conchita habla así de ella en su diario (pág. 49): «Como lo había dicho, Ella vino y nos dijo igual que el día ante– rior: rezad el rosario. Y empezamos el rosario. Y esa noche fuimos a los lugares en que se nos había aparecido la Virgen al principio ...; y decía la gente, des– pués de nuestro éxtasis, que habíamos subido a los Pinos, y que an– duvimos de pino en pino, de rodillas, rezando ... Y en este éxtasis, cuando nosotras estábamos viendo a la Virgen, Mari Cruz ya había tenido aparición primero, y se fue a la cama; y nosotras le dijimos a la Virgen que nos dijera algún cantar, para can– társelo a Mari Cruz. Y nosotras discurríamos alguna palabra, y nos ayudaba en lo otro la Virgen. Los cantares son los siguientes: (Pone primero la estrofa ya conocida del "cestito de flores".) 7 Los Maitines y Laudes son dos partes, importantes, en el rezo cotidiano del Oficio Divino. Los Maitines inauguran ese rezo, y según su misma designación la– tina, «Ad Matutinum», tienen como momento propio las primeras horas del día, la madrugada. De hecho, a tal hora se rezaban siempren en los antiguos monas– terios. A continuación vienen Laudes.

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