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168 Insólitas «vigilias» Las «vigilias» 4 , tan conocidas de los antiguos cristianos y desapare– cidas luego del uso eclesiástico, han vuelto a revivir, extrañamente, en Garabandal. Y aquí han sido muy movidas, pues las niñas en éxtasis no solían estar largo tiempo quietas, sino que iban de un punto a otro, dentro del pueblo o en sus alrededores. Como especialmente hermosa entre tales «vigilias» podemos tener la que inauguró la fiesta de la Asunción de la Virgen -15 de agosto- en este año de gracia de 1961. Ya hemos visto que el día anterior, 14, lunes, había llegado al pue– blo el P. Ramón María Andreu, que acababa de enterrar a su hermano. Por la tarde habló detenidamente con las videntes, y luego fue califi– cado testigo del éxtasis que dijimos, y que duró desde la diez hasta la medianoche... ¡Buena hora para ir ya a acostarse! Pero ni las niñas ni sus seguidores tuvieron casi tiempo de ocupar la cama. «A las 2,45 de la madrugada -dicen las notas del Padre- empieza la nueva marcha extática de las niñas, a modo de "vigilia" de la Virgen... »Duró hasta las cinco. Intervinieron Conchita, Loli y Jacinta, pues a Mari Cruz no la había llamado la Virgen, y se fue a dormir. »La marcha comenzó al salir las tres de la casa de Conchita, con grandes muestras de alegría, y pidiéndole a la Virgen que durase hasta las siete de la mañana. De hecho duró casi dos horas y media. Y todo el tiempo, en marcha, menos los breves ratos en que ellas se detenían a la puerta de la casa de Mari Cruz, o en la iglesia. »El ritmo de la marcha no era muy rápido; pero sí constante. An– daban hacia adelante; sólo unas pocas veces hacia atrás. »Y la tónica general de todo el trance fue la alegría. Con esta alegría rezaban rosarios, cantaban muchas de sus avemarías, sonreían o reían, hablaban... (Barcelona), y al doctor Apostolides, médico-jefe del Servicio de Pediatría en el Centro Hospitalário de Troyes (Francia). También se da como cierto que el gran maestro de médicos, doctor Jiménez Díaz (descanse en paz), ante algunos colegas o discípulos que en la Clínica de la Concepción (Madrid) bromeaban un día (parece que fue el 8 de octubre de 1961) sobre los fenómenos de Garabandal, expresó su opinión de que lo menos que podía hacerse frente a tales fenómenos, era tomarlos en serio, porque de cosa seria se trataba... Muchas veces, a propósito de los profesionales de la medicina, me acuerdo de aquella salida de Jacinta, la pequeña de Fátima, en los días de su internamiento y martirio en un hospital o clínica de Lisboa: «Los médicos no aciertan mejor Y más veces, porque tienen poco amor a Dios». Claro que esto no puede decirse sólo de los médicos..., ni mucho menos, de todos los médicos. 4 Consistían en pasar «velando» la noche, o varias horas de la noche, que prece– día a alguna gran solemnidad cristiana, como preparación a la misma. Los fieles, reunidos en lugar sagrado, empleaban ese tiempo de vela en lecturas bíblicas, instrucciones religiosas, cantos, oraciones, etc.
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