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154 Esto se lo escuchamos varios que estábamos junto a ella; entre ellos estaba el P. Luis María Andreu, un seminarista y el P. Royo Marín». Afirmaciones de mucha monta Era naturalísimo que al salir de la iglesia, los que habían sido testi– gos de los sucesos de aquella tarde y noche, se entretuvieran en comen– tarios sobre ellos... En un corro hablaba el P. Royo Marín: «Yo no soy infalible; pero sí especialista en estas cuestiones 23, y me parece que las visiones de las niñas son verdad. Yo he podido apreciar cuatro se– ñales a favor, que no dejan lugar a dudas». Entonces, don Rafael Fontaneda se le acercó y le dijo: «Padre, si la cosa es tan seria como dice, ¿por qué no se queda usted aquí unos días más, para estudiarla mejor?» A lo que replicó él: «Ahora me es imposible quedar; pero "esto" está tan claro, que no hay lugar a dudas». Y téngase en cuenta que el P. Royo Marín había subido a Garabandal tan escéptico como el que más: la simplicidad infantil no suele ser característica de los clérigos que se saben graduados y documentados. Era ya muy de noche cuando los de la caravana que había salido con el alba de Aguilar de Campoo empezaron el descenso de Garabandal: unos, a pie; otros, en «jeep». Al P. Luis María, por deferencia, se le hizo bajar en dicho vehículo; ·durante el trayecto, todos pudieron observar que un contento muy interior le desbordaba... y él lo manifestaba de mil modos, al mismo tiempo que declaraba su absoluta certeza en cuanto a la verdad de lo que decían las videntes. En Cossío hubo que esperar a los que bajaban andando. El P. Luis no se apeó del «jeep»; se estaba quedando casi dormido, cuando llegó don Valentín Marichalar, el párroco, y entonces el Padre, con plena lucidez, y en tono de gravedad, le dijo: «Don Valentín: Lo que dicen las niñas es verdad; pero usted no repita por ahí esto que yo le digo ahora... La Iglesia tiene que usar de toda prudencia en estos asuntos». (Aquella misma noche, antes de acostarse, anotó cuidadosamente D. Valentín lo que tan seriamente le había dicho el Padre a la hora de la despedida). Para el retorno a Aguilar desde Cossío se eligió una ruta distinta de la de ida, más larga, pero más fácil: la de Torrelavega - Reinosa. Te– nemos un relato de don Rafael Fontaneda: · «En Cossío nos fuimos repartiendo por los diversos coches que for– maban la expedición; al P. Luis le reclamaban en el de mi hermano, cOnclui:rse de este hecho ·en desfavor de. la. niña, pues si es verdad que pudo haber obstáculos humanos a la acción divina, también es verdad que Dios puede distribuir sus dones como.le plazca, sin agravio de nadie... Recuérdese la «desigualdad» con que se procedió hacia los niños en las «comunicaciones» de Fátima. A causa de lo dicho, ¿se fue formando en el corazón de Mari Cruz coII).o un poso de amargura, al que .contribuyeran con sus «distinciones» no pocos visitantes? De momento no tenemos datos para contestar. 23 Pocos años antes había publicado una extensa y muy documentada «Teología de la Perfección Cristiana», que ha tenido mucho éxito en los países de habla española. .
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