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Se fue con prisas a la montaña 153 Efectivamente, si la subida había sido muy rápida, el descenso fue casi vertiginoso. Nada extraño que las niñas· perdieran dos rosarios de los que les habían confiado para darlos a besar. Uno de ellos, el del seminarista; Conchita, que era quien lo llevaba, se dio cuenta en la iglesia; la oyeron decir: «Perdí el rosario; era el del estudiante... ¡Qué disgusto tengo! ¿Me reñirá? ¿Eh? ... ¿En dónde se me cayó?... ¿_Allá arriba? ¿Más arriba de donde te vimos? ¡Al:!» El otro era del P. Luis. No se trataba de un rosario corriente, sino de uno de ésos que empezaron a utilizarse por entonces, en forma casi de anillo, rematado por una cruz y con diez pequeños salientes para contar las avemarías: se introduce en el dedo índice y se le hace girar con el pulgar. Al salir de la iglesia, Loli se dirigió al Padre: «He perdido su rosario, pero la Virgen me ha dicho dónde quedó: vamos a buscarlo». Oyó esto Julia, la madre de la niña, y se opuso: «No, ahora no, que ya es demasiado tarde. Aguarda a mañana, y cuando sea bien de día, lo irás a buscar». El P. Luis aprobó inmediatamente la sensata decisión de Julia; y poco después dijo a la niña: «Loli, yo voy a marchar esta noche; cuando encuentres el rosario, n-:J se lo des a nadie, sino a mi hermano Ramón. Si yo no vuelvo, él ciertar>1,ente volverá». No muchas horas :o.ás tarde, quedaría desvelado el oscuro alcance profético de estas palabras. El diminuto rosario fue encontrado en el sitio preciso que había indicado la Virgen; pero su dueño ya no iba a necesitar de él. El remate milagroso de aquel día 8 de agosto, que no se podrá olvi– dar, nos lo da así Conchita en su diario, páginas 44-45: «Dice la gente que en los Pinos rezamos nosotras un credo -ese día fue el primero en que nos enseñó la Virgen a rézar21-, y nos bajamos para el pueblo en el mismo estado; y cuando llegamos a la iglesia, se nos desapareció la Virgen. Y como a Mari Cruz ya hacía varios días que no se le aparecía la Virgen, ella siguió en éxtasis, con la Virgen; y ella entró en la iglesia, y junto al altar de la Virgen del Rosario y del Angel San Miguel empezó a rezar con la Virgen el credo, muy despacio ..., y decía Mari Cruz que la Virgen iba rezando delante para enseñarle a rezar despacio; después del credo, rezó la salve; y después se santiguaba muy despacio, ¡muy bien! Y hablaba con la -Virgen, y decía: "¡Ay, qué bien, que vino el Niño Jesús! ¡Cuánto hace que no venía! ... ¿Por que tardaste tanto en venir donde mí, y donde las otras vienes más?" 22 • 21 La Virgen las estuvo enseñando desde el principio a hacer bien todas las cosas, en especial, las más directamente referidas a Dios; y se lo enseñaba sobre todo con su manera de «hacer»... Mas parece que en este día empezó como un curso de adoc– trinamiento más completo sobre la materia, añadiendo explicaciones de palabra a las lecciones de su ejemplo. · -Si bastantes de estas cosas que van saliendo ahora, las encontró ya el lector apuntadas en el capítulo V, no pierda de vista que en él se trató de ofrecer anticipa– damente como una panorúnica de lo que fue el verano de 1961 en San Sebastián de Garabandal. 22 Mari Cruz fue, de las cuatro videntes, la que menos apariciones tuvo y la pri– mera a quien se le retira:on. ¿Por qué? ·sólo Dios podría contestar. Y nada puede
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