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148 que las mnas, en éxtasis, estaban ante algo o alguien que las trans– figuraba 11 • El día 7, lunes, no faltaron tampoco los trances: uno, por ejemplo, a las dos de la tarde, de las cuatro 12 . Parece que éste fue uno de los días ep que la Virgen recomendó a las piñas que permanecieran en casa, sin salir, a causa de la excesiva afluencia de forasteros: así las protegía de entusiasmos o curiosidades indiscretas, y les proporcionaba un poco de descanso. Una jornada estelar El día 8 de agosto de este año 1961 ha quedado muy especialmente señalado en la marcha de esta historia. La madrugada de tal día, exactamente a las 5,45, con aire fresquecito y bajo un cielo limpio que empezaba a iluminarse, salía de l.a. villa palen– tina de Aguilar de Campoo una caravana de varios automóviles y un «jeep». Dejando a un lado el cerro del castillo, que de lejos parece poner a la villa una corona mural de piedra, en parte desmoronada, enfilaron la carretera que había de llevarles a Cossío por Cervera, Pie– dras Luengas, Polaciones y Tudanca. Los de la caravana llegaron a Cossío ya bien entrada la mañana; entre ellos iba el P. Luis María Andreu, con algunos miembros de la familia Fontaneda. En Cossío quedaron los automóviles, y el «jeep» hizo tres veces el viaje a Garabandal para ir subiendo a todos los pasajeros. Don Valentín Marichalar, el párroco, se alegró mucho de la visita o llegada del P. Luis María, y le dijo: «Ha llegado usted muy oportu– namente, pues yo tenía que ir hoy a Torrelavega. Le doy las llaves de la iglesia, y le confío además el cuidado de la parroquia durante mi ausencia». El Padre aceptó encantado, y bromeaba con Rafael Fonta– neda 13 : «Vamos, amigo, que ahora soy yo el cura de Garabandal». Resultaba evidente que para él era aquello un honor y un privilegio. El señor Fontaneda asegura que el P. Luis estaba visiblemente intere– sado por todo lo de Garabandal desde su primera visita... , aunque se reservaab su opinión o parecer; hablaba de las visiones en general, de sus formas y grados, de la importancia de los conocimientos psicológi– cos para un conveniente enjuiciamiento de tales fenómenos ... Se le veía apasionado por el tema. 11 Don Valentfn termina así sus notas de este día 6: «Después rezaron una esta– ción en estado natural. ¡Qué diferencia en el rezo.» 12 Otro, aún más interesante, cuando ya había oscurecido. Durante él fueron recorriendo los lugares donde habían tenido apariciones: el prado de la fuente, el manzano de la calleja, el «cuadro», los Pinos... En cada uno de estos lugares se arr_odill~ban devotamente unos minutos, y luego seguían. El recorrido acabó en la 1gles1a. -«Era noche cerrada; pero ellas me dijeron que veían como si fuese de día» (Don Valentín). 13 Hijo y sobrino, respectivamente, de don Rafael y don Aniano Fontaneda Ibá– ñez, fundadores de una famosa industria.

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