BCCCAP00000000000000000000758

146 nada; porque plantear un problema ··no es- 'fesolverlo. Y el problema sigue siendo: ¿Cuál es la causa de unos fenómenos,· a rnuéhos de ·Zos 0 cuales·yo he asistido como testigo ocular, y en los que la anécdota que acabo de ·refe– rir no es más que una porción insignificante, como gota de agua· eri el océano? ¡A cuántas personas no he •comunicado yo : rni anhelo de •que me digan, de que me expliquen! Pero ¡p.o acepto tma explicación cualquiera! Aún estoy esperando respuesta a mis preguntas» 8 • Así, en este 29 de julio de 1961, con un inicial escepticismo, que ya hemos visto cómo recibió su primer golpe, entraron en la historia de Garabandal dos hermanos 9, sacerdotes, religiosos, que tanto habían de suponer para el desarrollo o comprensión de 1a misma. In crescendo Con la llegada de agosto, mes veraniego por excelencia; cuando· San– tander y sus puntos costeros se ponen «al tope», la afluencia a, Gara– bandal de forasteros procedentes de todas las regiones fue adquiriendo un ritmo acelerado. Y hasta un ritmo acelerado pareció ·alcanzar tam– bién a los mismos «sucesos»: como si aumentaran en número · y sé hicieron más llamativos. Se abrió el mes con aquello del día 1, ~e rezar el avemaría con una preciosa añadidura, que ya hemos dicho: «Santa María, Madre de Dois y Madre nuestra... ». · Ocurrieron el día 3 las primeras caídas ·extáticas, más otros fenó– menos, que culminaron con la reentrada de Conchita en el pueblo, des– pués de ocho días en Santander, según queda referido. El día 4, viernes, fue lo del magnetófono... El 5, entre otras cosas, llemó poderosamente la atención de todos la baj~da de las niñas, en marcha extática a impresionante velocidad, desde los Pinos hasta la iglesia. A Conchita se le oía pedir muy viva– mente perdón por haber ido a la playa... ; y con no menor viveza rogaba a la aparición que hiciera un milagro patente, para que «todos cre– yeran». «A las dos de la tarde -llegaron hasta más arriba de -los Pinos Loli, Conchita y Jacinta; aUf se arrodillaron, y preguntaron: "Nos vamos.. . ¿a dónde? ¿A la iglesia?» Y empre;ndieron la bajada en éxtasis... s «Journal de Conchita", Nouvelles Editions Latines, París, 1967; páginas -49-51. 9 Ya hemos presentado a uno de ellos, el P. Ramón María. El otro, Padre Luis, era algo más joven: tenía treinta y seis años. Había hecho sus estudios eclesiás– ticos en Oña, .Innsbruck (Austria) y Roma, y desde hacía algún tiempo era profesor en la . Facultad Teológica que los Jesuitas tenían en Oña (Burgos). Digo «tenían», porque hace ya unos años que la trasladaron a Bilbao. Oña es una histórica villita burgalesa, al nordeste de la capital, en un paraje pintoresco .sobre el río Oca, no lejos de su confluencia con .e.l Ebro, entre montes con muchos pinos. Servía de sede a la Facultad el antiguo monasterio -había sido de benedictinos- de San Salvador, abandonado cuando las leyes de Mendizábal, en 1835. Al dejarlo ahora· los jesuitas, se ha hecho cargo del edificio la Diputación Provincial de Burgos, acomodándolo para residencia psiquiátrica.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz