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Se fue con prisas a la monraña 145 ¡En el mismo instante, Loli, que era la más próxima, salió del trance y se volvió a mí, mirándome con una sonrisa! Como si no pasara nada, le pregunté: -¿Ya no ves a la Virgen? -No, señor. -Y ¿por qué?, insistí yo. -Porque se me ha ido. -Pues mira a Jacinta... La niña miró y se sonrió ampliamente, pues era la primera vez que ella podía contemplar a una compañera en éxtasis, estando ella fuera. -¿Qué te ha dicho la Virgen?, le pregunté. Abría la boca para responderme, cuando entró de nuevo en la vi– sión, echando la cabeza hacia atrás. Me pegué más a ellas, y pude en– tender a Jacinta: -Loli, ¿por qué te fuiste? Esta hablaba ya con la aparición y le decía: -¿Por qué te retiraste de mí?... ¡Ah! ¿Entonces es por eso, para que él crea? Me volví hacia mi hermano Luis y le dije: -¡Mucho cuidado con lo que piensas, que aquí la transmisión del pensamiento es fulminante! -¿Te ha ocurrido algo? -¡Desde luego! Ya te contaré 1. -Usted, Padre, ¿ya creyó a partir de aquel momento? -Todo esto, ciertamente, llamó mucho mi atendón, y me hizo pen- sar que no se trataba de ninguna comedia, sipo que había allí materia para estudiar a fondo. Indudablemente, estábamos ante fenómenos que resultaban apasionantes, tanto para el médico como para el teólogo. De esto, a creer, hay todavía un buen paso, que no se da así como así. De lo que yo no puedo ya dudar, tomando en conjunto los hechos a los que he asistido (con un escepticismo a veces excesivo, lo confieso), es de que no se trata absolutamente de ninguna comedia o simulación por parte de las niñas. Desgraciadamente, decir esto es casi no decir 7 «Se terminó el éxtasis; yo me puse a contar lo que acababa de ocurrirme..., y en esto, que las niñas entran de nuevo en trance. De pronto, por otro lado del monte, aparecen trepando ¡dos monjitas! Don Valentín que las ve, se vuelve agitado hacia mí: "Mire. -¡Monjas!" -"Pues sí, monjas", le repliqué yo, que de pronto no caí en la cuenta-. "Esto es la Virgen", exclamó él muy emocionado. Y entonces ya caí: era la explicación de lo que habían dicho las niñas en "el cuadro": que también podían estar junto a ellas, arriba, "las monjas". No se había visto ni una monja por el pueblo, de donde brotó el primer desconcierto de don Valentín.» ¡Ahora, al cabo de mucho rato, aparecían también las misteriosas invitadas! (He podido averiguar quiénes eran estas dos «monjas». Se trataba de dos religiosas de cierta Congregación apenas conocida en España: «Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón", que por entonces sólo tenian alguna casa en _- Cata– luña. Una de tales religiosas, natural de Santander, se encontraba temporalmente con sus familiares en Roiz, pueblo no demasiado lejos del valle del Nansa; era la hermana María de Jesús, ahora (1971) Madre Provincial de su Congregación en España.) «Llegaron a tiempo de emocionarse no poco con aquel éxtasis de las niñas... Cuando éstas volvieron en si, dijeron "Ha dicho la Virgen que ya pueden subir todos." Nadie se decidía a dar el aviso, y me lo encomendaron a mí. Me asomé al borde de aquella explanada de los Pinos, y vi a la mcltitud que llevaba aguar– dando tanto tiempo...; les hice señas y todos se lanzaron cuesta arriba en la mayor confusión. El Señor les obsequió con un nuevo éxtasis, por cierto bien hermoso, de las niñas» (P. Ramón Andreu, conferencia en Palma de Mallorca). Después de una jornada así, podemos imaginamos con qué sentimientos en el alma bajarían los hermanos Andreu de_su primera visita a Garabandal...
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