BCCCAP00000000000000000000758

144 Pilier, para confirmar y explanar unas líneas del mismo, que continúan lo que antes hemos dejado nosotros en puntos suspensivos. «Hemos hablado a propósito de esto con el P. Ramón María An– dreu; y ponemos aquí lo más sobresaliente del diálogo: -Hablando Conchita en su diario sobre esta aparición de Loli y Jacinta, asegura que usted aceptó como una prueba a favor lo que ocurrió con Loli: ¿es verdad? P. Andreu: -Sí, es verdad; pero la cosa es un poco más larga de lo que escribe Conchita... Como usted puede suponer, yo no pensaba en absoluto cuando subí ese día a Garabandal, que estuvieran ocurriendo efectivamepte allí unos fenómenos dignos de seria atención. La primera vez que me invitaron a subir, respondí que disponía de muy poco tiempo, para poder per– derlo en tales cosas. Y es que, de verdad, suelo estar bastante ocupado; si acepté, por fin, llegarme a San Sebastián, fue sólo por no desairar la insistencia de mis amigos, y también porque ya tenía necesidad de unos días de descanso después de las tandas de ejercicios que había dado seguidas. -Su hermano, el P. Luis María, ¿ya creía en todo aquello? P. Andreu: -¡De ningún modo! Ni él ni yo teníamos "pruebas", y creo que ninguna persona inteligente acepta esa clase de fenómenos sin una base de pruebas o razones. -¿Cómo sucedió exactamente lo que Conchita recoge en su diario? P. Andreu: -Verá. Yo subía aquel día por primera vez a Garaban– dal; y aquel día fue pródigo en "sucesos", que nosotros pudimos ver. A la caída de la tarde, nos encontrábamos en los Pinos. Loli y Ja. cinta entraron en éxtasis. No había en torno un excesivo número de curiosos, por lo que yo pude situarme cerquísima de ellas. Les oía per– fec-tamente hablar con su visión, en esa voz baja, como con sordina, que caracteriza su hablar en éxtasis; pero no captaba todo, sino fra– ses sueltas. Después de ocho o diez minutos, se me ocurrió que aquello bien po– día ser un caso de hipnotismo (confieso que fue una ocurrencia bien vulgar, sin o"riginalidad alguna; pero así fue). Entonces empecé a mirar atentamente a las personas que estaban allí, para descubrir al posible causantes de la hipnosis. Observé a don Valentín, a Ceferino, a Julia, a los demás ... Había en todos los rostros una clarísima expresión como de sorpresa admirativa, que descartaba toda posibilidad de que actuase¡:1 como agentes hipnotizadores: estaban más para ser llevados, que para llevar cualquier iniciativa. En ratos anteriores, yo había visto ya a las niñas entrar y salir del éxtasis; pero siempre las dos a la vez, como si tuvieran una sola alma. Por eso, se me vino al pensamiento algo que tal vez no tuviera mucho sentido, pero que me pareció interesante: como prueba de la verdad de todo esto, que una de las dos vuelva en sí, mientras la otra continúa en éxtasis 6. 6 Pensaba el Padre, que de ser todo aquello, efecto de una acción hipnotizadora externa, a distancia, dicha acción tendría que alcanzar por igual y simultáneamente a las dos niñas.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz